Hace 30 años, Estados Unidos invadió Panamá con el fin de atrapar al presidente de facto Manuel Antonio Noriega, con quien tenían un vínculo fortalecido por su rechazo a las políticas progresistas.
El 20 de diciembre de 1989, 24 mil soldados llegaron al país canalero con el fin de “proteger las vidas de los ciudadanos estadounidenses presentes en el país, defender la democracia y los derechos humanos, combatir el narcotráfico y asegurar la futura neutralidad del canal”, según informa BBC.
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Es menester resaltar que Manuel Antonio Noriega tomó el poder desde 1983 hasta 1989, tras la muerte del jefe de Estado, Omar Torrijos, abanderado de la Revolución panameña.
Desde que egresó de la Escuela Militar de Chorrillos, Noriega mantuvo vínculos con Estados Unidos ya que incorporó la CÍA, sin embargo, con el paso de los años cayó en el tráfico de armas, drogas, crimen organizado, así como torturas y desaparición de opositores.
A pesar de que era un secreto a voces la influencia del comandante Noriega con el negocio de la cocaína, la Casa Blanca se hacía de la vista gorda.
Todo cambió cuando el exjefe del Estado mayor del Ejército de Panamá, Roberto Díaz Herrera, lo inculpara en una red de narcotráfico, fraude electoral, así como de planear la muerte del expresidente Torrijos y el asesinato del opositor Hugo Spadáfora.
A ciencia cierta, la cantidad de muertos tras la invasión de Estados Unidos a Panamá tiene un número exacto. Algunos estiman que al menos 5 mil ciudadanos perecieron en el enfrentamiento.
‘’Yo, sin ser psicólogo, interpreté que esto era como un “trauma colectivo” del que no se había hablado aún lo suficiente’’, cuenta a BBC el cineasta panameño Abner Benaim, quien dirigió el documental Invasión a manera de recordatorio sobre el accionar de las tropas norteamericanas en su tierra.
‘’En el país hay una amnesia colectiva sobre la invasión y sobre nuestra historia, esa idea de que en Panamá no pasa nada, que es un paraíso tropical y que aquí nunca hay problemas. Es verdad que Panamá es muy pacífico, pero hay una tendencia a decir que no pasó nada cuando las cosas se ponen feas’’, añade.