La actriz Fiorella Díaz, de 39 años, saltó a las pantallas con ‘Así es la vida’ (2005). Para 2019, año en que desapareció de la TV, era un rostro conocido por ‘Mis tres Marías’, ‘Amor de madre’ y ‘Chapa tu combi’, por citar algunas producciones. Ahora, en conversación con La República, la intérprete reflexiona sobre su trayectoria artística y su regreso a la actuación con ‘Dos familias’, en el que comparte roles con Mario Cortijo y Henry Sotomayor. La obra dirigida por Draco Santos irá del 4 al 20 de agosto en la Sala Tovar de Miraflores y las entradas están a la venta en Joinnus. Su trama explora la problemática de las familias de acogida.
Fiorella Díaz en una escena de la obra teatral "Dos Familias" (2023). Foto: Fiorella Díaz/Instagram
—Estás en la obra 'Dos familias'.
—Sí, en la obra soy Cristina, una mujer que tiene su esposo y ambos han decidido recibir a un niño de acogida desde que era un bebé, darle un hogar.
—Si estuvieras en esa situación, ¿harías lo mismo?
—Bueno, si tuviera las posibilidades de darle estabilidad a un niño, la adopción sería un buen camino; pero estos padres (en ‘Dos familias') lo que hacen es acoger temporalmente a un niño. Yo no sé si en la vida real estaría preparada para lo que implica luego desapegarte de un vínculo tan profundo que puedes gestar en la crianza de un niño. Yo, Fiorella, en la vida real no estoy segura de tener la fortaleza para ese desapego.
—Durante tu trayectoria, ¿algún personaje te hizo cuestionar tus valores?
—Todos los personajes me dejan una transformación, de alguna manera, me hacen repensar mis propias creencias. Más que cambiar algo, empiezo a mirar a los demás con otra conciencia, con mayor empatía.
—¿No vienes de una familia artística?
— No, en mi familia no hay artistas profesionales. Soy una de las primeras que apuesta por vivir para y por el arte.
—¿Tu familia nunca te cuestionó ser actriz?
—Mi mamá es mi fan número uno, como todas las mamás. Hasta ahora recibo apoyo constante de mi mamá y mis hermanos.
—¿Y tu papá?
—Nunca se ha contrapuesto a mis decisiones, porque yo crecí con un padre ausente.
—Si no fueras actriz, ¿qué serías?
—Antes de elegir la carrera de actuación, mi segunda opción era Antropología. Algo relacionado con estudiar al ser humano. Pero siento que el escenario es mi hogar. Es inevitable, sí o sí, hubiera caído en el arte escénico.
—Has sido protagonista y antagonista, ¿qué te gusta más: ser buena o mala?
—Para la televisión, me gustan más los antagónicos por la manera en como están escritos. Para el teatro, por la complejidad y el tiempo, es distinto. Ahí no hay distinción de personaje, puedes darle profundidad y complejidad. En TV, es más inmediato, es más rápido el ritmo de trabajo.
—¿Cuál ha sido tu personaje antagónico favorito?
—Sería uno de mis primeros papeles, Úrsula (en ‘Gamarra’, 2011). La recuerdo con cariño, porque ahí empecé a entrar a este registro y manejar una energía distinta. Y otro al que le tengo mucho ‘camote’ es Javiera, uno de los últimos antagónicos que hice y fue en ‘Chapa tu combi’ (2019).
—¿Qué anécdotas tienes de ‘Chapa tu combi’?
—Para empezar la familia que formamos con Briana Botto y Mónica Ross, mis hijas en la ficción, y Miguel Ángel Álvarez como mi esposo. Nos la pasábamos bromeando todo el día. Ahí aprendí a hacer tiktoks, nos dio la fiebre tiktokera. Recuerdo una escena hermosa que nos llevaron a grabar al atardecer por La Herradura. Fue muy especial también el cierre de la historia.
—¿Te han hecho llorar durante una grabación?
—Llorar no, pero sí agradezco mucho a Lucho Barrios, porque eran muy claros en cómo trabajar mi voz. Y no grabamos hasta que él escuchara que la intencionalidad de mi voz estaba también dirigida a la acción del personaje y, a veces, son cosas que uno no se da cuenta. Soy chancona en el trabajo y me gusta que me digan cómo mejorar.
—¿Por qué te alejaste de la televisión?
—No ha sido una decisión propia, la vida me ha propuesto otras cosas como, por ejemplo, la pedagogía. Hace unos años, no pensaba enseñar, no me llamaba la atención y, de pronto, se presenta la oportunidad, me engancho y me gusta. Pero a lo que me dedico es a la actuación. Aunque también es cierto que las producciones están llamando a otras personas.
—¿Dónde das clases?
—Enseño en la Escuela de Teatro de Lima, que es una escuela de formación de tres años para jóvenes y adultos que quieran formarse como actores y como actrices profesionales. Por ahí, hay bastante de mi energía y tiempo por ahora. Pero si hay una producción nueva que me convoca, yo estoy ahí, sigo haciendo papeles chicos y grandes. Me encantaría regresar al cine. Estoy probando escribir teatro, que es algo nuevo.
—Las producciones apuestan más por influencers, ¿te preocupa no tener presencia en redes sociales?
—No me provoca preocupación. Sé que la movida está en las redes —más personas te ven—, pero estos últimos años mi energía ha estado en otras cosas. No desmerezco a los que trabajen a los influencers, es un chambón. Quizá yo no tenga las habilidades para hacerlo, debería contratar a alguien que me ayude.
Sobre que tu talento se mida en función de tus seguidores, no lo sé. El talento también se te agota, si no lo entrenas. El talento no lo sostiene tus seguidores. Mi meta no es ser influencer, mi meta es seguir interpretando, contando historias. Eso no me lo quiten nunca.
—¿Te hackearon la cuenta de Instagram?
—Sí, pero por ahora no he tenido la iniciativa de abrir una nueva cuenta. En TikTok es muy orgánico (el número de seguidores). No soy tan continua.
Además, el hacker me escribió un correo pidiéndome dinero, creo que 300 dólares. Lo ignoré porque yo no tengo la garantía de que yo haga una transferencia y que la cuenta se me devuelva. Me escribía en inglés de otra parte del mundo. Me puso una fecha límite y ya se cumplió esa fecha.
—¿Cuál es tu meta como actriz? ¿Llegar a Hollywood? ¿Netflix?
— Podría soñar con hacer cine otra vez. Lo tengo claro. Quiero entrar en un proyecto cinematográfico. Pero un sueño sería crear mi propio espacio de enseñanza, una academia. Otra meta que tengo es cantar, pero para un musical, y probar con el teatro musical.
— ¿Cuál fue el momento más difícil en tu carrera como actriz?
— Quizá la pandemia. Yo traté de seguir haciendo algo, pero todo se detuvo. Entonces ahí me aferré a la pedagogía. Pero mi yo actriz sí se vio golpeada porque los espacios que tenía de trabajo se paralizaron, en un momento en el que estaba andando a paso a paso firme. Y con la pedagogía, estoy estudiando, para poder enseñar de manera más sólida. Llevo una maestría en teatro y artes escénicas, en UNIR México (Universidad Internacional de La Rioja en México).