A ocho años de su estreno, La Cautiva, la obra ambientada en Perú de los años 80, ha vuelto a Teatro La Plaza y en el escenario dan un homenaje a los desaparecidos. “Hay familiares que aún piden justicia. Los llamamos para que coloquen en un pizarrón los nombres completos y nos cuenten quiénes eran. De esta forma, tratamos de que tengan un descanso”, nos dice Nidia Bermejo quien viajó de México a Lima. En la obra, la actriz le da voz a una adolescente que acaba de fallecer. “Siempre es difícil de contar, me desgasta un montón”.
— Dices que volver es como la reconfirmación de tu carrera.
— Sí, pensé que nunca más iba a subir a un escenario, es como un volver a empezar y con más fuerza. También causa otro sentido hablar de la muerte después del Covid; ahora también le dedico la obra a los espectadores. El país está movido políticamente y digo: ‘qué podemos hacer con el futuro’. Mejor pienso en los nuevos creadores de la historia que son los jóvenes.
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— La Cautiva pudo ser censurada. Años después, uno de los que cuestionó la obra pudo ser alcalde de Lima. ¿Cómo ves lo que pasó en retrospectiva?
— Hemos conversado bastante sobre eso en los ensayos. Llegamos a la conclusión de que nunca hubo un tema de investigación. Lo que sí hubo, a mi parecer, era mucha paranoia. Como da temor que regrese el conflicto armado, lo ocultan debajo de las cortinas. No hago política, pero sí me gustaría crear un país mejor, y si eso suena subversivo me dirán lo que quieran, pero mi objetivo es hacer arte, crear conciencia y hacernos mejores personas. Siempre agradezco a los que nos defendieron, a los que crearon firmas y a la prensa. Yo no preparé eso, todos crearon conciencia. (Las víctimas) pudimos ser nosotras, nosotros. Las diferencias y lejanías existen todavía. Debemos seguir hablando y decir: ‘Esto nos pasó y si seguimos así nos puede volver a pasar’.
"La hora final" viene protagonizada por Pietro Sibille como Carlos Zambrano y Nidia Bermejo como Gabriela Coronado. Foto: composición LR/Jazmín Ceras
— De otro lado, viajaste a México cuando había bastante teatro en Lima y también estuviste en televisión.
— Me fui porque quería hacer más personajes, la verdad. Era mi sueño, venía viajando años, había presentado las obras en festivales y ya estaba mucho tiempo en Perú haciendo un solo personaje, un solo guion, ‘un solo todo’. Lamentablemente llegó la pandemia, decidí quedarme en México y actualizar mis papeles. Ya tengo mi residencia temporal, ya puedo salir (sonríe).
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— ¿Y qué personaje tienes en Travesuras de la niña mala?
— Me gané un papel de una pituca miraflorina, un personaje que creo que en Perú ¡nunca me lo hubiesen dado! (ríe). Ha sido como: ‘¡por fin, otros personajes!’ Es lo que quería. Estoy feliz de hacer una serie peruana porque todo sucede en Miraflores, aunque se filmó en Inglaterra y otros países. A mí me tocó filmar en París. Ha sido bonito ver a mis compañeros mexicanos tratando de hablar como peruanos y ha sido enriquecedor conocer a la producción mexicana, ¡tiene mil cosas! y está hecha con amor. Me hizo pensar:’¡Qué ganas que esto se haya producido por las calles de Lima!’
— Has comprobado eso de que “nos llevan años de distancia”, en ese sentido.
— Sí, también en derechos de los artistas. Ya pertenezco al ANDI y eso es lo máximo, digo: ‘estas cosas existían y yo nunca había pensado en eso’. Esto es un derecho y te da el placer de trabajar y te sientes apoyado. Da otro valor a la carrera, es ya una industria.