Andrés Hurtado, popular conductor de TV en Perú, ha sido un personaje polémico y carismático que ha cautivado a la audiencia durante décadas. Aunque muchos lo conocen por su apodo Chibolín, el presentador ha expresado en repetidas ocasiones su malestar por este nombre que lo ha acompañado desde su juventud.
A lo largo de los años, Hurtado ha tratado de dejar atrás este sobrenombre debido a su relación con experiencias humillantes en la televisión peruana. En esta nota, desentrañaremos la historia detrás de su apodo y los motivos que lo llevaron a rechazarlo.
El verdadero nombre completo del famoso conductor de TV es Andrés Avelino Hurtado Grados, según los registros de Reniec. A pesar de que su nombre real es poco utilizado por el público en general, el apodo Chibolín ha marcado su carrera desde que comenzó a ganar popularidad en la pantalla chica. Andrés Hurtado inició su trayectoria en el mundo del espectáculo a una temprana edad, participando en programas infantiles y cómicos, donde el apodo se afianzó rápidamente entre sus seguidores.
Sin embargo, con el tiempo, Hurtado ha mostrado un claro distanciamiento hacia este nombre, buscando ser reconocido por su nombre completo, especialmente en su faceta más madura como presentador. Para él, este cambio de imagen es un paso necesario para deshacerse de las asociaciones negativas que siente que el apodo trae consigo.
El apodo Chibolín apareció durante los primeros años de la carrera de Andrés Hurtado en la televisión peruana. Su participación en el programa infantil 'El Principito', bajo la dirección del productor Guillermo Guille, fue clave para su ascenso a la fama. En ese espacio, Hurtado interpretaba a un personaje llamado Chibolín, que rápidamente se convirtió en un favorito de la audiencia, especialmente entre los niños.
El término Chibolín proviene de la palabra peruana 'chibolo', que significa niño o adolescente. Fue precisamente esta imagen juvenil y carismática la que impulsó su popularidad, y durante muchos años, Andrés Hurtado abrazó su rol bajo ese apodo. Sin embargo, a medida que su carrera avanzaba, la relación entre él y el apodo se fue deteriorando, al punto de que el presentador comenzó a verlo más como una carga que como un título de afecto.
A pesar de que Chibolín es un nombre que le permitió hacerse un lugar en la televisión, Andrés Hurtado ha explicado que este también estuvo relacionado con momentos difíciles y humillantes durante su carrera.
Aunque para muchos Chibolín es un apodo entrañable que recuerda una época dorada de la televisión peruana, para Andrés Hurtado el sobrenombre se ha vuelto un recordatorio de momentos de humillación. En varias entrevistas, Hurtado ha confesado que el productor Guillermo Guille lo ridiculizaba frecuentemente en televisión. Este trato despectivo frente a las cámaras fue uno de los principales factores que llevó al conductor de TV a rechazar el apodo que lo acompañó por tantos años.
“Porque el mismo productor Guillermo Guille me humilló toda mi vida en televisión. Por eso detesto a Chibolín", sostuvo en diálogo con Magaly Medina en una entrevista pasada.
Hurtado ha declarado que estas experiencias negativas lo marcaron profundamente, generándole un resentimiento hacia el nombre Chibolín, pues lo asocia con un período de abuso emocional en su carrera. Según el conductor, el productor Guillermo Guille no solo lo usaba como un recurso humorístico en sus programas, sino que lo menospreciaba constantemente, lo cual afectó su autoestima y su percepción del personaje que interpretaba.
Con el paso de los años, Andrés Hurtado ha buscado construir una imagen más seria y profesional, alejada de su pasado como Chibolín. Su actual carrera como conductor de programas de variedades, donde también aborda temas sociales y ayuda a personas necesitadas, es parte de este esfuerzo por reformular su identidad pública.