En abril y mayo de este año la economía peruana creció por encima del 5% gracias a la disipación de anomalías climáticas, las cuales interrumpieron a la actividad pesquera —y otras complementarias— en dichos meses, pero de 2023.
Sendas tasas representaron la variación del PBI más férrea en lo que va de la gestión de Dina Boluarte. La presidenta aseguró que “este crecimiento se mantendrá a lo largo del año”, pero junio pegó una bofetada. La producción apenas avanzó 0,21%, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
En el sexto mes del corriente, la producción pesquera creció 56,77%, quedando muy lejos de las tasas 158,40% y 329,16% de abril y mayo, respectivamente.
“Las cifras de abril y mayo se explicaban por efectos estadísticos particularmente en la pesca, que creció a niveles de 300% porque el año pasado no hubo primera temporada de pesca”, comentó a La República el economista y exjefe de Sunat Luis Arias Minaya.
La disminución de la producción en las actividades agropecuarias (-1,62%), construcción (-2,40%) y, principalmente, minería e hidrocarburos (-7,47%) también explican el enfriamiento económico, pese al buen desempeño de comercio (2,28%) y alojamiento y restaurantes (4,66%), entre otros.
En esa línea, Juan Carlos Odar, director de Phase Consultores, indicó que la disminución del subsector fabril no primario tiene que ver con el menor desempeño de la industria de bienes de consumo, el cual se ubica en -5,17%: ello sustenta que la manufactura en general avanzara solo 0,18% en junio.
En el caso de la minería que se contrajo en 7,47% debido a la reducción de la actividad minera metálica, Odar arguyó la existencia de unidades productoras con un bajo rendimiento, en el marco de un contexto que era favorable en términos de precios.
“Las altas tasas de abril y mayo no eran sostenibles, porque respondían a un resultado de la pesca por encima de lo usual. Este crecimiento menor a lo que se esperaba, se debe a sectores de oferta que han moderado su comportamiento como pesca y minería. Además, el sector construcción ha perdido velocidad, y el impacto del nuevo feriado del 7 de junio han conllevado a tener esta tasa menor”, sostuvo Odar.
Además, el índice desestacionalizado de la producción nacional de junio—la variación respecto al mes anterior— se contrajo en -1,54%; mientras que en interanualmente ascendió a 0,90% desde julio de 2023.
Arias Minaya consideró que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) “ha pecado de optimista” al estimar una tasa mayor al 3,1% para este 2024 —lectura replicada por Boluarte en su mensaje de 28 de julio— ya que para lograrlo se necesita una tasa cercana al 4% en la segunda mitad del año luego de que en el primer semestre se registrara una de 2,49%. Lo más realista es cerrar con un PBI de 2,5%, concluye.
Por su parte, Odar coincidió que “los datos no daban para esperar un crecimiento más alto”. Phase Consultores estimó que, si se replicara el nivel desestacionalizado de producción de mayo, se podría aspirar a crecer por encima del 3,2%.
Sin embargo, con las cifras de junio a la baja, se mantiene la proyección de 3,1%, a la espera de que la segunda mitad del año muestre un dinamismo mayor que en el primer semestre. En el caso de julio, “puede haber un efecto negativo por los feriados y eso podría llevar a revisar la proyección moderadamente a la baja”.
El ministro de Economía, José Arista, es consciente de que se requieren tasas mayores al 3,1% para reducir la pobreza —que hoy afecta a un tercio de los peruanos y que se mantendría al haber un rebote acotado, según especialistas—. “Por cada punto que sube el PBI la pobreza se reduce en 0,7%. Por eso nuestra apuesta terca de darle bienestar a la población y al país mediante el crecimiento, y no es urgente 2% o 3%, necesitamos crecer a tasas de 5% o 6%”, dijo en mayo.