Chile recibió el 2024 con el inicio de una nueva ley de regalías a la gran minería cuprífera, bautizada royalty minero, que le permitirá recaudar anualmente US$1.350 millones. La medida fue presentada por el presidente Gabriel Boric y el Senado. De Echave hace un recuento sobre la necesidad de aplicar una reforma tributaria minera y advierte, pese a la cercanía territorial, lo terriblemente distanciados que estamos por la ausencia de concordancia política por el bien común.
—¿Qué lecciones nos puede dejar el royalty chileno?
—Su implementación nos puede hacer reflexionar sobre el caso peruano. No olvidemos que en el caso chileno hubo una propuesta de reforma tributaria al inicio del Gobierno actual (de Gabriel Boric) y fue desechada. Sin embargo, sí se aprobó el de regalía minera. Genera sentimientos encontrados porque, si bien en el Perú existe una ley de regalía, el hecho es que aquí se planteó una reforma tributaria en el gobierno de (Pedro) Castillo; y tenía un componente importante para la minería…
—Pero fue desechada. Se iba a perder competitividad, alegaron los detractores…
—El MEF solicitó una delegación de facultades al Congreso y, al mismo tiempo, planteó una solicitud técnica al Fondo Monetario Internacional para desarrollar esta reforma fiscal, incluido el capítulo minero, y determinaron que había espacio para aumentar la presión fiscal del sector minero sin perder competitividad internacional.
—¿Era un impuesto a las sobreganancias lo que avaló el FMI?
—No. Se dijo: “Modifiquemos moderadamente la tasa de los impuestos de la regalía e impuesto especial a la minería”. También subir hasta un punto porcentual el piso de la regalía. La sobreganancia es otra discusión que no formó parte de la reforma de Francke.
—Y con estos cambios los efectos más tangibles son…
—Ese aumento va a representar ingresos fiscales adicionales y estos van a ser sostenidos y no aleatorios; es decir, no dependiendo de cómo va el precio de las materias primas, en este caso el precio de los minerales. Entonces, claro, uno siente que hay una oportunidad perdida.
—Los precios de los metales como el cobre y oro siguen en niveles históricos. ¿Están dadas las condiciones para insistir en gravar más a la minería?
—Y todo indica que van a seguir siendo precios muy altos. Entonces, en un contexto donde los ingresos tributarios han caído, la economía está en recesión y sin duda tenemos la necesidad de ingresos adicionales, es un tema pendiente. El FMI nos comparó con 16 países que tienen en la minería una actividad importante y dijeron con mucha claridad que había margen, no uno enorme, pero sí un espacio para aumentar (la carga impositiva). Chile forma parte de estos países.
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—¿Cuál es el panorama actual de la tributación minera?
—Tomando el impuesto a la renta, la participación de la minería en 2022 fue de 27%. Fue importante. En 2023, hasta el último mes que tengo registrado (noviembre), bajó a 14% su participación en la recaudación del IR. Por otro lado, la participación de la minería en el total de los tributos internos bajó del 14,4% del 2022 a 9,8% en 2023. Sin duda hay una caída en la participación del impuesto a la renta, y también hay una caída en la participación de la minería en el total de tributos internos.
—¿Cuán rezagados estamos en la región?
—Después del boom que acabó en 2013, todos los países que veían sus ingresos fiscales bajar aplicaron reformas tributarias. Muchas de ellas, estructurales. Incluso, Gobiernos conservadores y progresistas. Tanto el Banco Mundial como el FMI recomendaron hacer esfuerzos para sus ingresos fiscales.
—¿Ve al Gobierno de Boluarte elevando los impuestos a la minería?
—Yo diría que ni en el Ejecutivo ni en el Congreso hoy en día hay voluntad política para sacar adelante una reforma tributaria, pese a que cuando se planteó, el ministro Alex Contreras era viceministro de Francke y su equipo definió la propuesta. (…) La reforma recibió una ofensiva enorme de los principales grupos de poder y hoy este Gobierno es mucho más permeable.