La semana laboral de cuatro días en Bélgica no ha implicado una reducción en sí de la jornada laboral, que en este país es de 38 horas semanales, sino que ha creado un marco legal que permite compactarlas en cuatro días, en vez de cinco, y ganar así una jornada más de descanso. De este modo, es posible mantener el mismo sueldo.
Los que se acogen a este nuevo sistema aceptan que su jornada de trabajo diaria dure hasta 9 horas y media, algo que supone "todo un reto", para el joven economista Davy Serneels, que fue de los primeros de su empresa en pasarse a la semana de cuatro días, al poco después de que entrara en vigor, en noviembre de 2022.
Creyó que, tras adoptar a un niño de cuatro años, esto encajaría mejor con su nueva paternidad y, aunque en una entrevista con EFE admite algunas dificultades para "encajar el trabajo de cinco días en cuatro", él ve el vaso medio lleno y considera que ha ganado calidad de vida.
Él decidió que su descanso adicional fuese siempre el miércoles, porque ese día en Bélgica las escuelas hacen jornada intensiva, y los niños salen de clase a la hora de comer, de modo que por la mañana puede gestionar su propia empresa y por la tarde estar con su hijo.
En su caso particular, ha visto más beneficios que inconvenientes en la semana de cuatro días, impulsada por el Gobierno, pero lo cierto es que la inmensa mayoría de los belgas le han dado la espalda a este modelo.
La semana laboral de cuatro días ha cumplido su primer año de vida en Bélgica con más pena que gloria: solo la han adoptado entre el 0,5% y el 1% de los trabajadores, según los cálculos de varias organizaciones, aunque también ha facilitado la conciliación entre la vida personal y profesional en ciertas empresas.
Para los sindicatos belgas, el modelo tampoco satisface sus reivindicaciones y reclaman un sistema basado en la máxima de 'trabajar menos, cobrar lo mismo'. El sindicato mayoritario FGTB quiere universalizar la semana de cuatro días, pero con 32 horas laborales -y no las 38 actuales-, lo que equivaldría a trabajar 8 horas diarias, conservando el mismo sueldo.
En cambio, Davy Seernels se muestra más escéptico: "Si todo el mundo trabajara cuatro días, pero cobrara lo mismo que cuando trabaja cinco, creo que el mundo sería un lugar precioso, ¿pero funcionaría?".
La jefa de personal de su empresa, Ellen Claes, cree que las compañías necesitarían mucha planificación para poder garantizar la actividad con una semana de cuatro días universalizada.
De momento, al actual modelo opcional ya se han acogido casi 100 de los 2.200 empleados que tiene SD Worx en Bélgica, un porcentaje elevado que Claes atribuye a que "es más fácil implementar la semana de cuatro días en un entorno de oficinas", como es el caso de esta empresa de recursos humanos, antes que en otros sectores como la agricultura o la industria.
En una entrevista con EFE, detalla las condiciones que impone a los trabajadores de su compañía que quieren comprimir la semana en cuatro días: "La primera es, por supuesto, el bienestar del propio empleado. Trabajar casi 10 horas al día es mucho... ¿Le va a ir bien, va a poder concentrarse?", señala.
La segunda condición es que no altere el servicio a los clientes de la empresa, de modo que siempre tengan alguien que les pueda atender, y el tercer requisito es que el cambio funcione para el conjunto del equipo y la planificación global de la plantilla. Si todo esto se cumple, dan vía libre para la semana de cuatro días.
"Lo que recibes a cambio es a un empleado más feliz, (...) no hemos notado ningún descenso en la productividad", remarca Claes. EFE