Los conflictos sociales se han convertido en un obstáculo para la actividad minera en el país. Varios factores agitan la conflictividad: demandas de las comunidades por mejores condiciones de vida o denuncias de presunta contaminación.
El proyecto Terra, de la inmobiliaria R-Coord, planteó un modelo de negocio para trasladarlo a zonas de influencia de las actividades extractivas. Consiste en convertir a estas comunidades en agroexportadoras.
Diego Rodríguez Valverde es el CEO de R-Coord y participa como ponente en la 35.ª edición de Perumin que se desarrolla en la ciudad de Arequipa. Rodríguez tiene un modelo cooperativo en las tierras de Olmos. Compraron 10.000 hectáreas en la irrigación Olmos e hicieron propietarios a casi 1.200 agricultores. Actualmente, están a punto de vender su primera producción de pitahaya. “Empezamos en la pandemia porque sabíamos que la producción de alimentos en el mundo no podía parar”, dijo.
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Ese mismo modelo se podría aplicar en las comunidades y mejorar sus condiciones de vida y reducir la conflictividad. Las zonas de influencia minera se localizan por encima de los 3.500 metros de altura, ¿en esa geografía es posible desarrollar agricultura?, preguntamos. Rodríguez Valverde afirma que la tecnología si puede ayudar a crear microclimas especiales para la producción agrícola, uso de agua y energía barata.
Es un modelo que combina venta de parcelas agrícolas, producción agrícola, procesamiento en planta de empaque, comercialización en el mercado, retorno de la inversión y sostenibilidad del negocio a través del reparto de utilidades. La idea es plantear que las compañías mineras acojan la propuesta como suya y la desarrollen en zonas de influencia.