Hoy la ética empresarial va más allá de solo pagar impuestos y cumplir con las leyes correspondientes. El panorama ha cambiado. El sector privado debe asumir su compromiso con la nación y la lucha contra la corrupción. Así lo expresó Felipe Ortiz de Zevallos, fundador y presidente de Apoyo, en la sesión dedicada a la Ética Empresarial en el marco de CADE Ejecutivos.
En esa línea, indicó que una empresa debe asumir obligaciones no solo con sus dueños y accionistas sino también con sus trabajadores, clientes, proveedores, las comunidades con las que actúan y se encuentran dentro de su área de influencia, así como con la sociedad en su conjunto. “Hay que entender bien y armonizar los intereses de estos grupos, eventualmente divergentes, mediante un compromiso compartido, con reglas y políticas que fortalezcan la prosperidad a largo plazo”, dijo el renombrado líder del sector empresarial.
Asimismo, afirmó que una empresa debe tratar a sus trabajadores con dignidad y respeto, reconocer la diversidad y activar mejoras continuas en las condiciones de trabajo, que promuevan su bienestar. Además, en una época de acelerada transición tecnológica, es relevante también ayudarlos a promover su empleabilidad futura, mediante la capacitación y el entrenamiento.
También deber ofrecer a sus clientes una propuesta de valor que atienda a sus necesidades; reconocer y valorar la libre competencia en una cancha neutral y pareja; y mostrar una tolerancia cero respecto a la corrupción. “Hay que jugar limpio e incluso ir preparados a que otros jueguen sucio, pero sin dejarse embarrar”, aseveró Ortiz de Zevallos, urgiendo así a todos los empresarios a luchar contra la corrupción.
Las empresas, además, deben beneficiar a la sociedad en su conjunto mediante los bienes y servicios que generan sus actividades productivas, con el pago oportuno de impuestos adecuados y competitivos, y con una interacción fructífera, con las comunidades vinculadas. Además, que las organizaciones deben garantizar un uso eficiente, adecuado y ético de la data que manejan, así como asegurar el cuidado del medio ambiente para las futuras generaciones. Adicionalmente, el sector privado puede contribuir a la sociedad a través de la innovación y el uso de nuevas tecnologías, para ampliar así las fronteras del conocimiento.
“Ante los dilemas y presiones del quehacer cotidiano, los códigos de ética pueden convertirse en letra muerta, quedar colgados en paredes de las oficinas y ser usados solo como elementos publicitarios o de relaciones públicas. No caigamos en esto. Un código de ética es una guía cotidiana y permanente, que nos permite distinguir lo que está bien de lo que está mal. La ética constituye el equivalente del sistema inmunológico que garantiza la robustez sostenible de cualquier institución”, finalizó Ortiz de Zevallos.
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