El Banco Central de Argentina recortó en menos de un mes la tasa de interés de referencia en once puntos, hasta llevarla al 52% anual, en una estrategia para abaratar los créditos e impulsar una reactivación de la economía.
Los tipos de interés que se aplican en Argentina son unos de los más elevados del mundo y se explican por la elevadísima inflación que tiene el país sudamericano, que habría cerrado 2019 con un alza acumulada en los precios al consumidor cercana al 55%.
Aunque la nueva tasa de referencia fijada por el Banco Central el pasado jueves es muy elevada en términos internacionales, el recorte, el tercero desde que el peronista Alberto Fernández asumió la presidencia, muestra la decisión de las nuevas autoridades de mantener un sendero decreciente en los tipos de interés.
Incluso el actual nivel de 52% que se aplica como tasa mínima para la colocación de Letras de Liquidez (Leliq) por parte del Banco Central -que es la tasa de referencia de política monetaria en Argentina- es incluso inferior al 52,75% que el promedio de los expertos consultados mensualmente por la autoridad monetaria proyectaba para enero.
La nueva Administración argumenta que la fijación de altos tipos como herramienta de política monetaria para controlar la inflación demostró haber sido un fracasado durante el Gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019).
Pero además, con una tasa de referencia que llegó a un récord del 85,9% en setiembre pasado, el vertiginoso ascenso de los tipos de interés que las entidades financieras aplican al otorgamiento de prestamos volvieron prácticamente inaccesibles los créditos para empresas y consumidores, ahondando la recesión que vive Argentina desde el segundo trimestre de 2018.
Según datos de la consultora privada LCG, en 2019 el crédito a empresas se contrajo en términos reales un 24,4 % y los préstamos personales al consumo cayeron un 38,4%.
La nueva Administración quiere revertir la tendencia crediticia para reactivar cuanto antes la economía y no cree que un recorte de tasas impacte negativamente en la inflación, a la que planea combatir con lo que denomina un enfoque más integral y que incluye fijación de precios de referencia, regulación de tarifas y acuerdos salariales.
Por eso, hay una promesa explícita de mantener el sendero decreciente de la tasa de las Leliq, que, según los expertos consultados por el Banco Central para su informe mensual de expectativas, se situaría en 43% en junio próximo y en el 37% para finales de año, lo que implicaría un rendimiento negativo si se cumplen los pronósticos de una inflación del 42,2% en 2020.
El Banco Central no sólo busca una reducción de las tasas aplicadas a los préstamos orientados a la producción y el consumo a partir de bajar el tipo de interés de referencia sino, además, limitando los fondos que los bancos pueden destinar a la compra de Leliq.
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Con un tope a la cantidad de pesos que pueden ofertar por esos instrumentos, los bancos se verán obligados a invertir en otros activos de menor rendimiento, como los denominados “pases pasivos”, cuya tasa es del 48%, una menor rentabilidad que se esperan que las entidades trasladen rápidamente a una bajada de sus tasas para créditos y depósitos a plazo fijo.
Desde el cambio de Gobierno, hace un mes, los bancos han reducido gradualmente sus tasas.
Como indicador, según datos del Banco Central, la tasa de interés de préstamos personales bajó desde el 10 de diciembre del 72,78% al 69,14%.
Adicionalmente, el Banco Central ha otorgado recientemente a los bancos la posibilidad de eliminar parte de sus encajes de manera proporcional a la cantidad de préstamos que otorguen a las pymes con tasas máximas del 40% anual.
Tras estas medidas, según LCG, es “esperable” que la financiación a las empresas “comience a repuntar en la medida que se activen préstamos a tasas más bajas”.
“De todas formas, debido al largo contexto recesivo y a una demanda muy deprimida resta ver si los incentivos otorgados por el Banco Central efectivamente funcionarán”, advirtió la consultora en un informe.
EFE