Hace unos meses, el peruano Kike Bossio, histórico dirigente del Mhol, que vive desde el año pasado en Montevideo con su pareja, empezó a sentir que el agua del grifo de su casa tenía una cierta salobridad. –Nosotros tenemos un filtro para agua que nos trajimos de Lima y aun con el filtro se sentía salobre –dice–. Pero era agua clara, es agua clara, no es agua sucia.
Kike y su pareja ya estaban avisados. Antes de que llegaran a Uruguay, el país llevaba tres años padeciendo una sequía tras otra a causa del fenómeno La Niña. Y la última de ellas, que empezó en noviembre, amenazaba con afectar el acceso al agua en la capital.
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Para inicios de mayo, debido a la caída de las reservas de agua que abastecían a Montevideo, el Gobierno nacional anunció que tendría que echar mano del agua que hay en el río de La Plata, que tiene una gran carga de sales debido a su contacto con el océano Atlántico.
Desde ese momento, Obras Sanitarias del Estado (OSE), la empresa estatal encargada de gestionar el agua, comenzó a mezclar el agua salada del río con la poca agua dulce que quedaba en las reservas. El líquido que empezó a salir en los grifos de las casas de la ciudad era salado, con altas concentraciones de cloruro y sodio.
En casa de Kike dejaron de usar el agua del grifo para beber y cocinar. Ahora la usan solo para lavar las verduras y para su higiene personal. Cada semana se abastecen de cuatro botellones de agua de 6 litros. Kike dice que, pese a la incomodidad, se las arreglan bastante bien.
La población se ha volcado a los supermercados para abastecerse de agua embotellada. Foto: agencias
–¿Recuerdas cuando en los ochenta te ibas a las playas del sur y en los caños de las casas solo salía agua un poco salada? Es lo mismo –dice. No todos la pasan tan bien. Medios locales e internacionales han entrevistado a residentes de barrios populares preocupados porque comprar botellones de agua todas las semanas no era parte de sus ajustados presupuestos.
El gobierno de Luis Lacalle Pou ha respondido eliminando el IVA al agua embotellada para impedir que se disparen los precios. Además, ha anunciado que entregará 2 litros de agua al día a unas 500 mil personas de escasos recursos. Y ha sugerido a las empresas que donen un litro de agua embotellada diaria a sus trabajadores en situación de riesgo, entre ellos embarazadas, personas hipertensas y con cirrosis.
–Yo siento que la gente no está desesperada – dice Kike Bossio–. Ha habido algunas protestas, es verdad, pero siento que en general la gente confía en que sus autoridades van a resolver este problema. Porque hay alternativas.
La sequía que padece Uruguay es la más grave desde que se comenzó a llevar registro, hace 74 años. La falta de lluvias ha hecho que las represas al día de hoy estén al mínimo. En la más importante de todas, la de Paso Severino, apenas quedaba el 1% de agua, al cierre de esta edición.
–La Niña fue lo que desencadenó esta situación –dice Mario Caffera, doctor en Ciencias de la Tierra y del Océano, en diálogo con DOMINGO desde Montevideo–, pero este es un problema que se vislumbraba desde hacía décadas.
Caffera dice que la situación se agravó debido al uso intensivo del agua dulce en gigantescas plantaciones de pinos y eucaliptos. Otros académicos hablan de acaparamiento de fuentes hídricas en campos de soja y arroz.
Al mismo tiempo, agrega el experto, ha crecido en la capital el uso indiscriminado de agua potable en actividades como llenado de piscinas, riego de jardines y lavados de autos.
–En Uruguay hemos tenido emergencias climáticas, pero han durado poco –dice–. Por eso siempre ha habido esta idea de que acá no pasa nada. Y ahora tenemos esta gran emergencia.
Caffera es uno de los montevideanos que usan con extremo cuidado el agua que llega a sus grifos incluso para bañarse, porque temen que les deteriore la piel. Algunos investigadores han recomendado tomar duchas con las ventanas abiertas para no respirar los trihalometanos que salen del agua al evaporarse.
Para el fotoperiodista Sengo Pérez, todas estas precauciones y consejos que se han viralizado entre sus compatriotas resultan, a estas alturas, una exageración.
–Yo estoy fuera de Montevideo ahora, pero cada vez que voy tomo agua del grifo sin problemas –dice–. Es un poco más salada nada más. Y todo eso del trihalometano, para que te afecte tienen que pasar décadas... Hay incomodidad, en general, pero tampoco es dramático.
Pérez dice que hay un uso político de la crisis hídrica por parte de la oposición, liderada por el Frente Amplio, el anterior partido en el poder. Dice que los izquierdistas están exagerando la gravedad de la crisis para atacar al gobierno de Lapou, pero agrega que si la situación fuese al revés, la derecha haría lo mismo.
Los ciudadanos reprochan a los políticos no haberle dado prioridad al problema del agua durante años. Foto: agencias
El Frente Amplio critica a Lapou que no continuara el proyecto de la Represa Casupá, que dejó listo Tabaré Vásquez y que, según ellos, podría haber aliviado el impacto de la sequía.
El gobierno responde que el Frente Amplio bien pudo haber llevado a cabo el proyecto durante su administración, pero que simplemente no le dio prioridad. En ese cruce de ataques, el patriarca de la izquierda, José Mujica, ha dicho que la responsabilidad es compartida.
“Nos dormimos todos”, dijo hace unos días. El gobierno de Lapou ha apostado por emprender un proyecto más ambicioso que la Represa Casupá y que consiste en potabilizar el agua del río La Plata usando capitales privados. Al principio, enfrentó la oposición de los propios trabajadores de la empresa de agua potable, que sostienen que la gestión del recurso debe estar exclusivamente en manos públicas.
Pero a finales del año pasado, el gobernante anunció que el proyecto iba de todas maneras. El Proyecto Arazatí, según los expertos, parece una solución al futuro, pero por ahora el gobierno debe hallar soluciones de corto plazo. Mucho más porque, según sus propios cálculos, dentro de unos días la poca agua dulce que queda en las represas se acabará. A partir de entonces, los montevideanos tendrán que abastecerse solamente con agua embotellada. Al menos, hasta que se reinicien las lluvias
–El cambio climático va a hacer que los eventos extremos sean más frecuentes y más intensos –dice Mario Caffera. –Así que es probable que eventos como esta sequía se repitan.