Alos 46 años, Stephanie Geyer Barneix se apresta a afrontar uno de los mayores retos de su vida: nadará sobre una paddleboard, acompañada por cinco compañeras de ruta, los 8 mil kilómetros que separan las costas de Lima, Perú, de la isla de Moorea, en la Polinesia francesa. En el pasado superó tres veces el cáncer de mama y ahora se ha convertido en la líder de un equipo que desafiará las inclemencias del Océano Pacífico en una travesía a nado que durará tres meses.
“Nada es más emocionante que desafiarse a uno mismo, explorar nuevos territorios, ir más allá de tus límites y embarcarse en esta maravillosa aventura”, dice la waterwoman, campeona mundial en salvamento costero en el 2000.
Se trata de una expedición solidaria denominada Cap Optimist (https://www.capoptimist.com) que busca recaudar fondos para los niños con cáncer, construir escuelas en la Polinesia francesa, impulsar la práctica del deporte entre los niños y adultos que han sufrido alguna enfermedad porque puede ayudar a superarla y también realizar estudios sobre la resistencia del cuerpo humano en condiciones extremas.
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A Stephanie la acompañarán en esta desafiante aventura, Emmanuelle Bescheron, campeona del mundo de salvamento deportivo 2014 y 2018; Alexandra Lux, campeona del mundo de salvamento costero 2011; Itziar Abascal, campeona del mundo de paddle board prone de larga distancia 2019; Margot Calvet, del equipo nacional de Francia ISA paddleboard prone 2018; y Marie Goyeneche, del equipo nacional de Francia junior 2018.
Las integrantes de la expedición llegaron esta semana al Perú para la campaña de difusión de la travesía. Partirán el 4 de enero de 2023 de las instalaciones del Club Regatas y se espera que arriben a la Polinesia francesa a fines de marzo, unos 90 días después. Es la primera vez que se hace un desafío de este tipo.
Foto: Jérémie Gabrien
En ese viaje, cada una de ellas nadará por turnos de cuatro horas y se irán relevando. Las acompañará un catamarán con el equipo de soporte para cualquier emergencia. Además del capitán, habrá dos personas de apoyo, dos personas vinculadas a la atención médica y una terapista física. El barco tiene conexión por radio con tierra y aparatos para ubicación GPS y datos (mareas, vientos, corrientes, temperatura) sobre el océano. También llevan desalinizadores de agua de mar para evitar que falte.
La travesía puede presentar problemas inesperados como la presencia de tiburones u otros depredadores, por lo que las tablas paddleboard de las seis integrantes llevan en su parte inferior unas líneas similares a ciertas serpientes de mar que esos escualos temen y además tienen dispositivos que producen pulsos eléctricos para alejarlos.
Este enorme reto no podía intentarse sin travesías de preparación y experiencia previa. Por ello, en octubre de 2021, el equipo realizó un recorrido Burdeos-Biarritz de 150 kilómetros. Y en junio de 2022 hicieron algo más retador: nadaron sobre sus paddleboard los 1.800 kilómetros que separan Mónaco y Atenas, Grecia, en trece días. En ambas travesías han tomado nota de los problemas que podrían presentarse en el agua y a nivel físico.
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Como parte de sus actividades en el Perú, antes de ese viaje desafiante en el Océano Pacífico, ellas visitaron a los niños internados en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, se encontraron con los alumnos del colegio Franco Peruano y con los chicos del proyecto Alto Perú de Chorrillos. A todos ellos les contaron de su próxima aventura -auspiciada por la embajada francesa en Lima- y los incentivaron a superar los desafios que se les presenten.