La aparición del libro Teología de la liberación, perspectivas en 1971, respondió a una ebullición que se vivía en la iglesia de América Latina, acerca de no solo anunciar el evangelio sino de mirar la realidad que vivía la gente más necesitada de nuestro continente. Su autor, Gustavo Gutiérrez, reflexionó sobre el evangelio y sobre una realidad concreta, y sustentó la tesis principal de su libro: una Iglesia comprometida con la opción preferencial por los pobres.
Ya antes, Gutiérrez había planteado por primera vez su propuesta teológica en la conferencia “Hacia una Teología de la Liberación”, presentada en el II Encuentro de Sacerdotes y Laicos, realizada en Chimbote, en julio de 1968.
“En la obra de Gustavo Gutiérrez hay dos vertientes: una, el Concilio Vaticano II -realizado entre los años 1962 y 65- que pedía descifrar los signos de los tiempos y que la Iglesia abra sus ventanas al mundo. Para la Iglesia latinoamericana eso generó un clima de búsqueda, de interés, en lo que sucedía en la vida de las personas y los pueblos. Y la otra vertiente, es que Gustavo Gutiérrez asume como asesor de los movimientos latinoamericanos estudiantiles, comprometidos con la realidad social y política de ese tiempo. Entonces la reflexión de Gustavo está nutrida de eso. Por eso comienza su libro diciendo que la teología es como un acto segundo, viene después de una práctica”, comenta Carmen Lora, directora del Centro de Estudios y Publicaciones (CEP), amiga personal del autor y una de las editoras del libro en 1971.
Teología de la Liberación. Perspectivas, plantea que el mensaje cristiano en América Latina, pobre y desigual, debe alcanzar no solo la liberación espiritual del ser humano, sino la mejora de sus condiciones sociales y materiales. También que lo principal para los cristianos es practicar la caridad y eso implica ser cercano a la gente, conocer su realidad y buscar cambiar la situación de injusticia que vive.
A cincuenta años de su aparición, el libro de Gutiérrez es fundamental para la teología y un referente para nuevos estudios. Esta semana en el Perú se realizó el Seminario Internacional “50 años de Teología de la liberación, perspectivas” y allí distintos estudiosos, teólogos, historiadores, peruanos y extranjeros, reflexionaron sobre su legado.
El propio Gustavo Gutiérrez, hoy de 93 años y retirado de la vida pública, siguió el encuentro por Zoom. Incluso leyó un breve texto en la clausura del encuentro, donde reflexiona sobre la realidad de los pobres:
“Como sacerdote he vivido con frecuencia en medio de los pobres. La pobreza de ahora es vivir aparte del mundo que progresa, el que tiene bienes y seguridad. Aunque vivan en la misma ciudad los pobres viven de otra manera. Las cuestiones de la pobreza y la desigualdad, ahora no son del Perú ni de Latinoamérica, son problema central de todo el planeta”, dijo.
Reiteró temas sobre los que ha escrito en el pasado: “La pobreza es muerte temprana e injusta, es destructora de personas y familias. Como decía Hannah Arendt: el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos. [...] Jesús nos pidió que diéramos preferencia a las y los más débiles, a los descartados como dice el Papa Francisco. Por eso el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza”.
Gutiérrez dice que ve al Perú dividido pero “la mejor razón, para encontrar puntos de acuerdo debiera ser la solidaridad con los que más sufren. [...] Vayamos a ese otro mundo en que viven los pobres, hagamos más puentes de diálogo y encuentro solidario con ellos y ellas”.
Imagen reciente de Gustavo Gutiérrez con libro, de reciente publicación, que le rinde homenaje.
Peruano universal
Hoy Gustavo tiene una dimensión mundial. “Debe ser uno de los tres peruanos del siglo XX que más han influido internacionalmente. Para mí está al lado de Mario Vargas Llosa y José María Arguedas”, dice el sociólogo Santiago Pedraglio, que fue su alumno en la Universidad Católica y más tarde amigo personal.
Formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y posteriormente en Filosofía y Teología en Bélgica y Francia, Gutiérrez ha enseñado en universidades de Estados Unidos y Europa, es doctor Honoris Causa de una decena de universidades, y ha recibido varias distinciones, entre ellas el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
La historiadora uruguaya Ana María Bidegain, catedrática de la Universidad Internacional de Florida y participante del seminario celebrado en Lima, señala que Teología de la liberación, no solo se convirtió en un hito editorial, sino que hoy los historiadores del cristianismo reconocen que fue como el gatillazo para “el nacimiento del movimiento teológico más importante en la historia de la iglesia en el siglo XX, por la expansión y la transformación que trajo”.
Para Bidegain, las reflexiones de Gustavo Gutiérrez no son la obra de un iluminado ni fruto de un trabajo en solitario, sino que surge de meditar sobre el trabajo pastoral que realizaba y el de la iglesia latinoamericana en su conjunto.
“¿En esta realidad de pobreza como anunciar la buena nueva y vivir la esperanza?[...] Gustavo tuvo la genialidad de sistematizar, dar respuesta a algunas de las preguntas más grandes y abrir perspectivas para seguir pensando. Por eso creo que la obra tuvo esa enorme recepción y hoy celebramos su vigencia y los posteriores desarrollos”, dice Bidegain.
Hoy en las facultades de Teología más importantes del mundo se estudia la corriente fundada por Gustavo Gutiérrez. Y aunque en algún momento la Teología de la liberación fue cuestionada por sectores conservadores de la Iglesia, que incluso pretendieron atribuirle una visión marxista de la realidad, esto ya ha sido superado. El Vaticano reconoce su aporte dentro de los cauces del pensamiento cristiano.
Gustavo Gutiérrez ha decidido no tener presencia pública importante, pero sigue de cerca nuestra castigada realidad. “Mira con preocupación el devenir del país. Sigue las noticias. Ve que la pobreza sigue azotando a gran numero de personas y se detiene en casos concretos”, cuenta Carmen Lora. Hoy ella es también la editora del libro Memoria, presencia y futuro. A los 50 años de la Teología de la liberación, recién publicado, que es un homenaje y un balance sobre una forma de mirar al prójimo con los ojos de la solidaridad y la justicia.