El jueves pasado, por primera vez en la historia y a dos días de la Marcha del Orgullo, los miembros del colectivo LGBT pudieron manifestarse en plena Plaza Bolívar, uno de los espacios históricamente vedados para ellos. Alberto de Belaunde, joven congresista de orientación homosexual, llegó hasta allí del brazo de una veterana activista trans. Cuenta que, mientras lo hacía, pensaba en el pequeño grupo de activistas travestis que, en 1978, fue hasta el Congreso Constituyente de la época buscando que sus demandas fueran escuchadas. Solo recibieron burlas y maltrato. De lo que se ha avanzado en materia de derechos de la población gay y de lo mucho que todavía falta habla él en esta entrevista.
¿Cuál fue tu sentimiento personal al poder entrar por fin a la Plaza Bolívar?
Fue muy emocionante, porque, además, yo acababa de tener un evento dentro del Congreso, que era la mesa técnica sobre familias diversas, y había tenido la participación de Jefri Peña, una heroína trans.
De hecho, entraste del brazo con ella…
Claro. Para mí ha sido realmente histórico. Jefri es sobreviviente de dos crímenes de odio y actualmente está construyendo un albergue trans, porque, como sabemos, la mayoría de adolescentes trans son botadas de sus casas. Es una activista maravillosa.
No estuvo presente Carlos Bruce que, contigo, era el representante de la comunidad LGBT en el congreso. ¿Por qué?
Creo que está con licencia por un tema de salud, porque también íbamos a tener un evento el otro día y se excusó por licencia médica. Yo lamento… Creo que ahí hay un sector del colectivo que, con razón, entiendo, está un poco molesto y rechaza las últimas declaraciones que él tuvo.
¿Te refieres a aquellas de tinte racista (declaró que el presidente Vizcarra fue la cuota provinciana en una plancha de “blancos” el 2016)?
Efectivamente. Se trata de hacer un movimiento interseccional. No solo se lucha contra la homofobia y transfobia, sino también contra el racismo, el machismo y todo. Yo sí trato de rescatar el rol histórico que ha tenido Carlos, no solo como la primera autoridad abiertamente gay, sino también que su proyecto de unión civil obligó a mi generación o a buena parte de mi generación a salir del clóset. Porque no hay un clóset; hay varios clósets. Tú puedes ser abierto en el trabajo, o con tus amigos, o con tu familia, pero todavía no das una imagen a la sociedad. Y este debate que él logró de la unión civil hizo que muchos de nosotros, en nuestras redes sociales y en nuestras vidas, tomemos una posición mucho más visible.
¿A ti personalmente te motivó a salir del clóset?
Sí, claro. Ya todos mis amigos sabían que era gay, la gente del trabajo y mi familia por supuesto que sí, pero esta visibilidad hacia la sociedad, hacia el desconocido, hacia el otro, se da a raíz de este debate.
Para muchos, sus declaraciones de índole racista descalifican a Bruce para representar al colectivo gay. ¿Para ti?
Es un colectivo muy diverso y no debemos pensar en unos pocos representantes. Yo lo que quiero ser es un representante más del colectivo. No quiero ser el representante, porque sería muy soberbio de mi parte y muy injusto. Yo, pese a ser gay, pese a recibir ataques de Con mis hijos no te metas o algún calificativo, reconozco mi posición de privilegio. He tenido una familia que me ha aceptado, he tenido oportunidades en la vida que he aprovechado muy bien, pero que no todas las personas tienen. Yo, cuando hablo del tema LGBT, trato de poner en el centro al hombre y la mujer trans, que son los más vulnerados. Puedo intentar llevar su voz, pero lo ideal (y sería un objetivo a plantear el 2021) es que debería haber en el Parlamento congresistas trans.
¿Has sido un gay con más privilegios que el resto?
Sin duda. Tengo que reconocerlo para intentar representar a los que no han tenido esos privilegios. He estado en una universidad progresista como la Católica, he tenido empleos que me han ayudado a formarme, he tenido a una familia que no solo no me botó de la casa cuando le conté, sino que tuvo una actitud maravillosa, y hoy día mi novio participa de todos los eventos, como los esposos de mis hermanas. Eso, en el Perú, es un privilegio. Y otro privilegio es que estoy vivo. Más de 100 peruanas y peruanos LGBT han muerto en los últimos 10 años solo por su orientación sexual e identidad de género. La esperanza de vida de una mujer trans en América Latina es 35 años. Yo tengo 33. Si fuese una mujer trans, lo más probable es que me quedarían dos años de vida.
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Tu declaración de que no le contaste tu orientación sexual a tu abuelo por respeto, ha sido usada por los conservadores para decir que los homosexuales no deben mostrarse también por respeto al resto. ¿Sientes que les diste herramientas?
Lo han sacado de contexto, como pueden desvirtuar cualquier declaración que yo dé. Mi abuelo fue una persona profundamente progresista que no hubiese tenido ningún problema en que se apruebe el matrimonio igualitario. Yo recuerdo haber estado en su casa una vez, viendo noticias con él, cuando se aprobó el matrimonio en España. Le pregunté qué opinaba, pues tenía un interés personal oculto [risas] y me dijo “las sociedades avanzan y, a veces, uno tal vez no termina de entender los avances, pero lo importante es que las personas sean incluidas”. Yo decido no contarle por un tema personal…
¿Qué te impidió hacerlo?
Cuando una persona sale del clóset, y varios de los lectores lo van a entender, siempre es más difícil contarle a la gente que más quieres. Mis mejores amigos del colegio fueron los últimos en enterarse. Es algo psicológico. Lo que me llevó en ese momento a no decirlo fue que no sentía que aportaba nada, porque además ni siquiera tenía novio. ¡Ni siquiera podía presentar un novio! (Risas).
¿Falleció él?
Sí. Falleció sin verme en el Congreso, lo que me dio una pena terrible, porque él fue cinco veces diputado por Arequipa. Falleció a los 104 años el año 2013.
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¿Hay niveles de radicalismo en la comunidad LGBT? Porque, a pesar del logro que ha significado entrar a la Plaza Bolívar, eres objeto de críticas de grupos de homosexuales que dicen que eres demasiado tibio...
Y está muy bien. La política representativa, la del Congreso, es el lugar para la búsqueda de consensos, para la mirada estratégica, para el realismo y para administrar nuestras frustraciones. Pero el activismo es el lugar para ir por el todo, para la permanente insatisfacción. Entonces, espero que los activismos siempre tengan una posición crítica y siempre me exijan más, porque yo siento que es la energía del movimiento de derechos humanos y, afortunadamente, es una energía renovable.
“Que se besen dos hombres en un lugar público para mí nunca será igual, y si eso es discriminar, entonces yo discrimino”. ¿Qué significa que un Padre de la patria (Héctor Becerril) diga esas palabras?
Becerril es bien temerario y creo que perdió otra brillante oportunidad de quedarse callado. Me parece que está desesperado y muy preocupado por sus problemas legales, y eso tal vez lo lleva a usar expresiones desafortunadas como esta.
¿Pero declararse discriminador sabiendo que la discriminación es un delito en nuestro país?
Es que, claro, en una sociedad con tanto machismo, homofobia y transfobia, se siente como seguro y cuidado. Creo que no entendió, además, que el movimiento LGBT no busca imponerle nada a nadie ni limitar a nadie. Quienes quieren desconocer derechos son los de “Con mis hijos no te metas”. Es tan sencillo como lo siguiente: si al señor Becerril no le gusta el matrimonio igualitario, que no se case con un hombre y listo.
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¿Detrás de posturas como la de Becerril y la del aprofujimorismo en general hay un proyecto político con miras al 2021?
Hay varios que quieren capitalizar esos sectores. O sea, el señor (Pedro) Olaechea es un claro ejemplo. Él no se mostró para nada incómodo siendo parte de un partido político (PPK) que tenía un capítulo LGBT en su plan de gobierno. Él fue parte del plan de gobierno. Hay una foto de PPK presentando el plan de gobierno y atrás salimos él y yo en diferentes sillas. Ahora aparece en la marcha de Con mis hijos no te metas. Yo no sé cómo se sentirá… No sé si tendrá familiares o amigos LGBT que se deben sentir muy mal con él. Pero él piensa que esto lo puede favorecer para sus aspiraciones presidenciales.
¿Con la gente que busca un Bolsonaro peruano?
Claro, es el sueño y no se dan cuenta de que el fenómeno de Bolsonaro no tiene que ver con sus posturas anti LGBT. El fenómeno Bolsonaro es la insatisfacción frente a una clase política. Entonces, están buscando lo más distinto de la clase política posible, como sucedió en muchos países. Aquí el mainstream político es la posición ultra conservadora, pero las antípodas de eso no es un Bolsonaro. Pero, bueno, como dicen: cuando tus rivales políticos se equivocan, no los corrijas. ¡Así que sigan! ¡Adelante con la estrategia política que han planeado! [Risas]
De otro lado, presides la comisión investigadora de abusos contra menores y ya tienen listo el pre-informe para el debate…
Está todavía a nivel de comentarios con los asesores de los congresistas, y en un par de semanas ya tendremos los debates en la comisión. Para mí ha sido un trabajo que me ha impactado mucho. Hemos estado en Ayacucho, en Condorcanqui, en Arequipa y en Lima. Hemos hecho visitas inopinadas. Hemos hablado con expertos. Hemos conversado con víctimas directamente. Y aquí hay muchas lecciones y muchas tareas.
¿Cómo será el informe?
Lo que tratamos de hacer es un informe que atienda los cuatro elementos centrales cuando estamos frente a una problemática de abuso sexual de menores: la prevención, los canales de denuncia y la manera como se hace la denuncia, el castigo y la reparación de las víctimas. Entonces no solo vamos a dar una suerte de diagnóstico situacional, no solo nos vamos a pronunciar sobre algunos casos, sino que también vamos a plantear cambios de políticas públicas y de leyes que permitan buscar la justicia en los casos actuales, pero, sobre todo, evitar que casos así se repitan a futuro.
A la comisión se le llama coloquialmente la Comisión Sodalicio. ¿Va a presentar elementos nuevos en relación a ese caso?
No quisiera entrar a detalles mientras no contemos, por lo menos, con el informe aprobado a nivel de comisión, pero lo que buscamos es que las personas que han brindado su testimonio encuentren en el informe la explicación más completa que se haya dado en el país sobre el fenómeno. Y hablo de las personas que integraron la organización y de los que todavía la integran. Y eso implicará llegar a conclusiones difíciles, pero que creo que necesitamos procesar.