¿Se imaginan algo más conmovedor que un presidente llegando descalzo y andrajoso al ARCO Madrid? ¡Fácil le hacían una instalación artística ahí mismito!,Para serles franca, estoy totalmente de acuerdo con quienes han levantado el grito al cielo porque Martín Vizcarra ha ido a despifarrar el dinero de todos los peruanos –y, especialmente, el de los niñitos con anemia que tanto preocupan a ese prohombre llamado Alan García–, yendo a reunirse con los reyes de España nada menos. ¿Qué se habrá creído el igualado moqueguano ese que se sentó de chiripa en el mismo trono, ¡ejem!, sillón que ocuparon ilustres peruanos como Mariano Ignacio Prado (by the way, papi de Marianito Prado, el mayor playboy de nuestra historia), Manuel Prado Ugarteche y José Rufino Echenique, entre otros hijos de nuestra rancia oligarquía, para perpetrar tamaño atrevimiento? Eso, sin contar con que es una irresponsabilidad imperdonable que el presidente de un país en crisis –como bien han dicho tantos columnistas insospechables de algún tipo de parcialidad–, se largue a brindar con champaña en una comilona real cuando, además de los niñitos con anemia, claro, el norte se inunda. No. Él tendría que estar, balde en mano, sacando toda el agua de los patios y espantando los mosquitos. Mejor aún: no debería salir del país hasta que el último de nuestros problemas (¿los niñitos con anemia?) esté resuelto y ya tengamos el PBI de Suecia cuando menos. Y siendo más realistas todavía, no me parece que el presidente de un país pichiruchi como este, lleno de pezuñentos becerriles que decoran sus baños con porcelanato de Celima, hija, y donde lo único que se sabe de buenos modales es lo poco que la sufrida doña Frieda Holler intentó inculcarnos allá por los años mil ochocient… dos mil, tenga las urbanidades necesarias para ir a dar la mano nada menos que a Felipe 'El Manganzón' VI (hijo del egregio Juan Carlos 'Mataelefantes' de Borbón) y su cónyuge, la escuálida Letizia, que no por plebeya es menos regia, la maldita. ¿Se imaginan lo que habrán tenido que sufrir los jefes de protocolo para convencerlo de que a la reina no se le da un chape en la mejilla, como hizo alguna vez el hoy prófugo Alejandro Toledo, sumiéndonos en la más negra de las vergüenzas? Ese es el precio de mandar a cualquierita a codearse con la realeza, pues. De otro lado, y lo digo muy en serio, es in-dis-pen-sa-ble poner un poco de sensatez ante el dispendio ocasionado por este viaje. ¡Ya basta de cachetadas a la pobreza! ¿Qué sentido tiene que el jefe de Estado de este país que se muere de hambre –como lo demuestra el más anémico de sus expresidentes–, tenga a su disposición un avión presidencial? Podría perfectamente viajar en un vuelo comercial, de esos low cost, llevando su Karinto salado para el camino y una botellita de agua Cielo para calmar la sed. Es más, ¿no podría pescar algún barco carguero y viajar apachurradito entre latas de anchoveta, alimentándose de paso sin gastar un sol? ¿Se imaginan la burrada de plata que nos ahorraríamos, exacto, lo adivinó, para curar a los niñitos con anemia? Respecto del alojamiento, ¿para qué gastar en lujos de faraón ni en hoteles de cinco estrellas? En internet hay una sobreoferta de Airbnbs de quince euros la noche en Lavapiés. ¿Por qué no podría alojarse en uno de esos él, que en Moquegua no vivía precisamente en el Raj Palace? Se trata de tener un lugar para dormir, no para pegarla de pachá. ¿No querrá además baño caliente, desayuno con frutas y sábanas limpias? ¡Por favor, que no sea tan igualado! ¿Y, por si fuera poco, se imaginan la tremenda huachafería de ponerse frac? Porque, claro, a Felipito, acostumbrado a usar su minifrac desde el vientre de doña Sofía, le quedaba como un guante (igual que a Marito Vargas Llosa, pero el hombre es un marqués, pues), ¡pero había que ver al pobre Vizcarrín tratando de hundir la panza debajo de la colgadura dorada rematada por la Gran Cruz! ¿Por qué no podía llevar su ternito John Holden usado y lustroso, como corresponde a un funcionario perucho? ¿Y si iba en mangas de camisa? Uno tiene que vivir su realidad, caracho. Finalmente, no hay ninguna razón por que el presidente de un país pobre ande con zapatos por los caminos de este mundo. Es un insulto para todos aquellos habitantes de nuestra serranía que nunca han usado ni una sayonara. Yo hubiera votado para que Vizcarra vaya en crocs bambas de a quince lucas o, mejor aun, descalzo. ¿Se imaginan algo más conmovedor que un presidente llegando descalzo y andrajoso al ARCO Madrid? ¡Fácil le hacían una instalación artística ahí mismito! ¿Se imaginan la horda de turistas que nos caerían? ¡Qué PromPerú ni qué niño muerto (de anemia)!