Las terribles imágenes de lo ocurrido durante el compromiso entre Arema y Persebaya Surabaya por la Liga 1 de Indonesia dieron la vuelta al mundo. Tras varios días de lo ocurrido, las autoridades confirmaron que los actos de violencia registraron una cifra de 125 fallecidos.
En relación con lo acontecido, el jugador Abel Camará, quien estuvo presente en el cotejo, reveló cómo vivió ese trágico momento. Si bien el delantero remarcó la rivalidad presente entre ambas instituciones, nunca imaginó que los hechos fueran tan lejos.
“Antes de empezar el partido, ya hubo mucha confusión en la entrada del equipo contrario. Cuando terminó el partido, los jugadores contrarios se fueron del estadio en unos 10 minutos en coches blindados. Mientras, nosotros fuimos a pedir disculpas a nuestros aficionados porque perdimos el derbi y fue en ese momento cuando los aficionados empezaron a subir las vallas y la Policía nos pedía que nos fuésemos para el vestuario porque podrían perder el control de la situación tarde o temprano”, manifestó en diálogo con Radio Marca.
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Ante el desconcierto presente sobre el césped, el artillero guineano mencionó que se refugió junto con sus compañeros en los camerinos; sin embargo, no esperaba que el horror llegase hasta ese lugar.
“Nos cerramos en el vestuario y los aficionados intentaron entrar allí, tuvimos que meter una mesa por dentro para trancar la puerta. Fue en ese momento cuando empezamos a escuchar gritos y tiros, y a ver mucho humo. Además, algunos aficionados consiguieron entrar en nuestro vestuario y acabaron por morir allí mismo”, detalló.
Al retornar al campo de juego, el panorama no fue distinto. El atacante narró las desgarradoras escenas que le tocó presenciar. “Nunca había pasado por algo así. En esos momentos, solo piensas en que no te pase nada. Cuando todo termina viene lo peor, salimos del vestuario y empezamos a ver mucha sangre, zapatos, tenis, ropa por todos los sitios, los policías comentando que habían muerto dos compañeros. No le deseo esto a nadie. Estar allí dentro fue temer por nuestra vida y tener a 40 o 50.000 personas fuera queriendo nuestras cabezas”, finalizó.