Por: Mariano López V.
Un rival de flojo presente, un estadio sin llenar, una racha negativa por romper y un Perú necesitado pero en pleno ascenso, demasiadas coincidencias respecto a la última gran hazaña bicolor fuera de casa. Caracas tenía que ser nuestro Quito del 2017, nuestro punto de quiebre rumbo al Mundial. Gracias a Gareca y sus valientes guerreros, el desenlace fue idéntico, calcado.
Los primeros minutos del partido fueron un dolor de cabeza para la ‘Blanquirroja’, en parte por el pésimo estado de la cancha del Olímpico de Caracas y en otra parte por el orgullo de una golpeada ‘Vinotinto’, que intentó hacerse fuerte desde el pitazo inicial. En 8 minutos, una serie de desatenciones defensivas ya le habían permitido tener hasta dos opciones en ataque, con Darwin Machís como protagonista.
Inmediatamente después, Perú respondió con una arremetida de Advíncula por derecha y un centro que por poco no terminó en autogol venezolano. Fue un punto de quiebre en el partido: Tapia se multiplicó en el medio campo, Carrillo se involucró más en el juego central, Peña administró los tiempos, Cueva cuidó la pelota como un tesoro y Lapadula trazó sus habituales —y siempre peligrosas— diagonales.
Así Perú empezó a hacer daño, hasta llevar esa superioridad al marcador a través de nuestro nuevo ‘9′. En un contragolpe, el solitario Lapadula se juntó con ‘Aladino’, quien abrió para la ‘Culebra’ y este último, como con la mano, se la puso en la cabeza al delantero del Benevento. 1-0, ventaja para lo de Ricardo Gareca. La ventaja despertó a los locales, pero no sería suficiente para traer peligro al arco defendido por Pedro Gallese. Al menos hasta ese momento.
Para el segundo tiempo, los ‘llaneros’ volvieron a ser ese equipo peligroso del que Perú fue testigo en los primeros 10 minutos del encuentro. Rápidos en transiciones, fuertes en las divididas e inteligentes para aprovechar los espacios que dejaba una dormida blanquirroja. Perú, simplemente, no podía hacerse de la pelota. El equipo de Leo González salió a atropellar hasta encontrar la recompensa mediante Machís, su arma más peligrosa en ofensiva. El extremo, compañero de Abram en el Granada, apareció en el segundo palo para enfriar los ánimos peruanos y despertar el júbilo caraqueño (52′). Eso daría inicio a una montaña rusa no apta para cardiacos. Cueva puso arriba a la ‘Bicolor’ con un tiro libre (65′) para que, solo dos minutos después, Trauco cometa un penal inocente y Gallese, San Pedro Gallese, lo detenga con sus manos benditas. ¡Tantas veces, Pedro!
Luego, era cosa de aguantar el golpe a golpe. De esquivar y soportar todo lo que venga, mismo boxeador. Y Perú lo hizo con el corazón rojiblanco de 30 millones, que esperanzados se juntaron para presenciar otra jornada histórica de la ‘era Gareca’. El sueño de Qatar sigue vivo.
Selección Peruana
Christian Cueva, volante de Perú
“Fue un partido difícil ante una selección que merece más de lo que tiene. Llegamos con la necesidad de los tres puntos y se pudo lograr. Me voy feliz, me voy conforme, pero el grupo necesita y quiere más”.
Ricardo Gareca, DT de Perú
“Felicito a los jugadores. Son increíbles y trabajan con mucha fuerza. Me quedo con nuestro presente. Este grupo ha dado muestras de reacción siempre. Mantengan la fe y crean en nosotros”.
Infografía - La República