La Guerra del Pacífico, sin lugar a dudas, marcó un antes y un después en la historia de América Latina, debido a que dejó una profunda huella en varias generaciones de peruanos y en las naciones involucradas. Este conflicto, que enfrentó a Perú, Chile y Bolivia entre 1879 y 1884, sigue siendo uno de los episodios más controvertidos de la región. Las repercusiones políticas, territoriales y sociales que surgieron a raíz de esta guerra continúan siendo objeto de debate y análisis.
El conflicto comenzó en 1879, cuando Chile rechazó los altos impuestos que Bolivia impuso a las compañías salitreras en la frontera. Bolivia ordenó subastarlas el 14 de febrero, pero tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta ese mismo día, impidiendo la acción. Perú intentó mediar con una misión diplomática, pero fracasó. En marzo de ese mismo año, el presidente peruano confirmó un tratado secreto de 1873 con los bolivianos, asumiendo el compromiso de intervenir si uno de los países era invadido, acto que Chile interpretó como hostil. Bolivia rompió relaciones comerciales y el 23 de marzo ocurrió la batalla de Calama. El 5 de abril, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú, y ganó el conflicto cinco años después.
Estos sucesos desataron una guerra entre las tres naciones, que provocó numerosos enfrentamientos terrestres y combates navales, los cuales sentaron un precedente histórico. Sin duda, uno de los más emblemáticos fue el Combate de Angamos. Esta confrontación ocurrió el 8 de octubre de 1879, cuando el monitor Huáscar fue capturado y el almirante peruano Miguel Grau falleció. Ahora bien, ¿cómo es la situación diplomática entre los países involucrados? ¿Es posible que el emblemático barco regrese a Perú? ¿Para los chilenos, conservar este botín de guerra es motivo de orgullo nacional? Aquí te lo contamos.
La Guerra del Pacífico desencadenó la toma del monitor Huáscar por las fuerzas navales chilenas. Foto: Marina de Guerra del Perú
La discusión ha generado opiniones divididas en ambos países, con posiciones encontradas que mantienen vivo el tema. Mientras que el Gobierno peruano no ha hecho un pronunciamiento oficial sobre la restitución del monitor, el contexto histórico y diplomático parece inclinar la balanza hacia la permanencia del Huáscar en Chile.
En 2010, el entonces ministro de Defensa de Chile, Jaime Ravinet, planteó la posibilidad de que, bajo ciertas condiciones de confianza mutua y un entendimiento compartido de la historia, se podría considerar la devolución del monitor. Sin embargo, hasta ahora, ese escenario sigue siendo una idea lejana más que una realidad concreta.
“La base de un acuerdo en este tipo de materias supone haber generado condiciones de confianza mutua, un aprendizaje de la historia común sin olvidar el pasado, pero siendo capaces de construir una versión que pueda hermanar a los pueblos de su origen y presentarse en el futuro”, expresó, dejando abierta la posibilidad de devolver el barco.
Para muchos peruanos, el Huáscar simboliza una herida abierta desde la Guerra del Pacífico, un recordatorio constante de la derrota y pérdida territorial. Por otro lado, para los chilenos, el monitor es visto como un trofeo de guerra y parte fundamental de su propio legado histórico. Actualmente, el Huáscar funciona como museo en Chile, siendo el segundo monumento más visitado del país, lo que refuerza su importancia cultural.
Además, voces chilenas, como la de la profesora Viviana Ferrada en una entrevista para BBC News Mundo, argumentan que devolver el Huáscar no sería viable. Según Ferrada, "es algo de Chile, que se ganó, que significó el sufrimiento de muchas familias". Para muchos chilenos, el Huáscar forma parte de su identidad histórica, lo que complica aún más las probabilidades de una devolución.
La victoria chilena sobre Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico significó un duro golpe para ambos países. Foto: Memorias de Miguel Grau
En Chile, la captura del Huáscar fue recibida con entusiasmo y alivio. Según el historiador venezolano Jacinto López, en su obra Historia de la guerra del guano y el salitre (1930), diversas crónicas de la prensa chilena de la época destacaron la alegría generalizada y el alivio tanto del gobierno como de las fuerzas militares al haber eliminado el principal obstáculo para la invasión terrestre.
La guerra dejó inevitables pérdidas económicas en el país sureño. No obstante, la victoria en Angamos resolvió varios problemas para Chile, entre ellos la cuestión económica y el riesgo de una insurrección interna. Santa María, alto funcionario chileno, advirtió que la inacción podría provocar graves conflictos que pondrían en peligro la estabilidad del gobierno. La captura del Huáscar permitió a Chile avanzar en la ocupación de puertos en el departamento de Tarapacá y continuar con las operaciones militares. Además, fue un punto de inflexión a favor de la posterior anexión de Antofagasta, Tarapacá, Arica y, temporalmente, Tacna, que fue devuelta al Perú en 1929 mediante el Tratado de Lima .
En Valparaíso, la llegada de la embarcación capturado fue motivo de gran celebración. La ciudad se engalanó con banderas, y se realizaron desfiles y ceremonias para conmemorar la victoria.
Finalmente, cabe recordar que el Tratado de Ancón solucionó el conflicto entre Perú y Chile, dando fin a la Guerra del Pacífico y estabilizando las relaciones entre ambos. En dicho tratado, nunca se mencionó al monitor Huáscar como parte de un posible regreso, por lo que esta decisión dependerá exclusivamente de las autoridades nacionales para negociar con el país vecino.