Aunque muchos no lo sepan, existe una festividad relacionada con espíritus y fantasmas que se celebra cada 31 de octubre y cuya existencia se remota cientos de años antes de la existencia de Halloween. Este evento recibe el nombre de Samhain, que para los antiguos celtas significa ‘El final del verano’. Este acontecimiento celebraba el cambio de estación, ya que se pasaba de verano a invierno y también coincidía con el final de la cosecha.
Este evento se celebró durante miles de años, sobre todo en Irlanda, el Reino Unido y el norte de Francia, y en Galicia (España). No obstante, con la propagación del cristianismo en Europa, fue considerada una celebración pagana y muchos pueblos dejaron de practicarla. Sin embargo, Rafael López Loureiro, maestro de escuela en Cedeira (A Coruña), señaló que hubo zonas donde nunca se dejó de practicar el Samhain.
Si bien el motivo de la celebración no guarda mucha relación con cosas sobrenaturales, los celtas tenían la creencia de que el día del Samhain las almas de los muertos volvían al mundo de los vivos. Por este motivo, las personas utilizaban máscaras y disfraces con el objetivo de espantar a los espíritus malignos. Además, los ciudadanos solían dejar dulces y comida fuera de sus casas para contentar a los fantasmas que recorrían el pueblo.
El Samhain conmemoraba el final de la cosecha y cambio de estación. Foto: archivo UPR
Con el pasar de los años, Halloween fue adaptando muchas de estas costumbres, las cuales fueron evolucionando hasta llegar al día de hoy, donde es común que todos utilicen disfraces y los niños acudan casa por casa a pedir dulces.
Los celtas acostumbraban a colocar nabos con carbón ardiendo alrededor de sus hogares para guiar a las almas de sus familiares y protegerse de los espíritus malignos. Dicha actividad también fue mutando hasta dar origen a la tradición de Halloween, de decorar las casas con calabazas de caras terroríficas.
Los celtas creían que los espiritus venían a la tierra durante el Samhain. Foto: Gastronómadas.
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Cuando los romanos comenzaron a difundir el cristianismo por Europa, el papa Gregorio III tomó la decisión de trasladar el Día de Todos los Santos del 13 de mayo al 1 de noviembre, con la intención de reemplazar la festividad del Samhain. No obstante, la festividad continuó celebrándose y tomó el nombre de La Víspera de Todos los Santos, que en inglés se dice ‘All Hallow´s Eve’, nombre que poco a poco se fue convirtiendo en Halloween.