El asesinato de Junko Furuta es un caso que aún causa revuelo en Japón. Asimismo, en el mundo ha sido conocido gracias a los llamados creepypasta y leyendas urbanas creadas en torno al suceso.
El caso de la joven japonesa mostró un nivel altísimo de ensañamiento y crueldad. Más de 30 años han pasado desde los hechos, conoce en qué quedó.
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Junko Furuta nació el 18 de enero de 1971 en Misato, Japón. Se perfilaba como una escolar que, de acuerdo a sus allegados, era responsable y bastante comprometida con su desempeño académico. Ella era apreciada por sus amistades, quienes la veían como un ejemplo y modelo de persona.
Pese a que resaltaba por su forma de ser, ella era bastante sencilla. Un día, Hiroshi Miyano, un prospecto de yakuza y compañero de clases, la invitó a salir, pero ella amablemente rechazó su propuesta.
En noviembre de 1988 todo cambiaría para la alumna de 17 años. Al volver a su casa de las clases escolares de la mañana, fue interceptada por el sujeto de 18 años y tres de sus amigos: Kamisaku Jo (17 años), Yasushi Watanabe (17 años) y Shinji Minato (16 años). Ellos la raptaron y llevaron a casa de los padres del más joven del grupo.
Junko Furuta fue retenida y vulnerada por 44 días en la casa de Shinji Minato. Foto: composición LR/Wiki-Fandom
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Para evitar algún tipo de sospecha, forzaron a Junko a llamar a sus padres y decirles que no volvería a casa por unos días debido a cuestiones académicas. Posterior a ello, fue sometida a todo tipo de abusos físicos y psicológicos. Pese a intentar huir y de incluso llegar a decirle a los padres de la mujer lo que le estaba ocurriendo, no pudo escapar de sus captores.
Finalmente, el 4 de enero de 1989 fue quemada y arrojada en un cilindro con concreto en el parque de la zona. Su cuerpo fue hallado luego de tres meses por las autoridades.
De acuerdo con la prensa japonesa, Junko Furuta fue abusada más de 400 veces. Asimismo, al menos unas 100 personas asistieron a presenciar las sesiones de tortura.
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A lo ocurrido con Junko Furuta se le califica como un feminicidio por el odio y la brutalidad con el que actuaron sus verdugos. Sin embargo, las sentencias no fueron drásticas, ya que se ampararon en su minoría de edad.
La pena más alta fue de 17 años para quien encabezó el asesinato, Hiroshi Miyano. Los otros tres sujetos pasaron 8 años en la cárcel. Aquellos que llegaron a presenciar las atrocidades causadas a Furuta no recibieron pena alguna, incluida la familia de Minato, dueña del lugar donde ocurrieron los hechos.
Actualmente, tres de ellos han vuelto a incurrir en faltas a la ley, ya que solo Yasushi Watanabe evita este tipo de problemas. Del último de quien se supo fue Shinji Minato, que volvió a ser detenido por un intento de homicidio. Él fue encarcelado después de golpear y apuñalar a un hombre que logró sobrevivir al ataque.