La mañana del 7 de octubre del 2010, Mario Vargas Llosa se encontraba preparando su clase para el curso ‘Filosofía de la escritura’ que daba en la Universidad de Princeton, cuando, de pronto, sonó el teléfono. Era el secretario general de la Academia Sueca. “Señor Vargas Llosa, me complace anunciarle que es el ganador del Premio Nobel de Literatura”, se oyó del otro lado de la línea.
Desde aquel día, todo cambió para el escritor arequipeño, que desde su juventud amasó una carrera literaria bastante sólida. Publicó varios bestsellers como “La ciudad y los perros”, “La fiesta del chivo”, “Conversaciones en la catedral”, entre otros. Estas obras no solo lo convirtieron en un referente de la literatura Latinoamericana, sino que lo posicionaron en el plano internacional.
PUEDES VER: Vargas Llosa recorre el norte del país con el fin de buscar locaciones para su próxima novela
Meses después, Vargas Llosa viajó a un Estocolmo para la ceremonia de premiación junto a una delegación peruana, entre los que se encontraban la familia del escritor, autoridades y amigos suyos, como el fallecido Fernando de Szyszlo. En esta nota resumimos el discurso “Elogio de la lectura y la ficción” que realizó el literato peruano ante la Academia Sueca.
Mario Vargas Llosa dando su discurso frente a la Academia sueca. Foto: Andina
En su discurso, pronunciado en Estocolmo, Vargas Llosa aprovechó para rendir homenaje a la literatura, a los escritores que lo marcaron, a su familia, a los países que lo ayudaron en su formación y sobre todo a Perú. También rememoró su intento de llegar a la presidencia, su evolución del marxismo a la democracia liberal, su niñez y el descubrimiento de la lectura.
En los más de 48 minutos que duró su presentación, el escritor logró convertir una “carta de batalla” sobre su vida en un discurso emocionante que les llevó a las lágrimas a él; a su exesposa, Patricia; a sus hijos; a los amigos que le acompañan en Estocolmo y a su agente, Carmen Balcells, que lleva sus asuntos desde hace medio siglo.
El discurso, que actualmente es considerado una joya de la literatura, comenzó de la siguiente manera: “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi 70 años después recuerdo con nitidez como esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo 20.000 leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas”.
Para leer el discurso completo, dale clic en el siguiente enlace: Mario Vargas Llosa - Discurso completo Premio Nobel de Literatura 2010
“Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de ‘todas las sangres’. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales”, dijo.
PUEDES VER: Gabriela Agüero: ¿cómo logró ingresar a 10 universidades internacionales aún sin terminar el colegio?
“A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los cerámicos mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan Chan, Kuelap, Sipán, las huacas de la Bruja y del Sol y de la Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo-cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el ‘Aleph’ de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio, el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!”, continuó.