Este miércoles 2 de marzo se celebra el Miércoles de Ceniza, el cual da inicio a los 40 días en que los miembros de la iglesia y fieles católicos se preparan para el inicio de la Semana Santa, que celebra la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el hijo de Dios.
El evento religioso recurre a una misa especial, en donde los creyentes reciben en la frente una textura oscura conocida como ceniza, la cual es bendecida solo por el sacerdote o diácono, ya que corresponde a un acto sacramental oficial.
Debido a la desinformación, algunas personas no conocen de dónde se obtiene la ceniza y tienen la mala creencia de que se obtiene de cenizas de cuerpos de difuntos o que se generan con desechos orgánicos. Por ello, acá te explicamos su verdadero origen.
El obtener las cenizas bendecidas para este día es muy sencillo, pues estas provienen de la quema de restos de palmas bendecidas del domingo de ramos celebrado el año anterior o son compradas por los miembros de la iglesia a proveedores.
Luego esta textura es rociada agua bendita y aromatizadas con incienso para desvanecer el intenso olor que puede generar la quema de las palmas. “Para conseguir la buena ceniza no puedes solo quemarlas. Tienes que dejarlos arder sin oxígeno y ahí es donde se pone (de color) verdaderamente negro carbón”, resalta un artículo de Aciprensa.
La imposición de la ceniza en la frente se coloca al término de la homilía de la misa y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Estas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz mientras el religioso dice las siguientes palabras bíblicas: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás” o “conviértete y cree en el evangelio”.
Acto siguiente, quien recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la frase o invitación que la acaban de hacer hasta llegar a su asiento para continuar con la misa.
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Su origen e importancia significa el comienzo de los cuarenta días de penitencia. Según los ritos romanos, estos se ejecutan para que los pecadores convertidos a la religión reciban una penitencia canónica.
Asimismo, usar la ceniza para marcar las frentes y cubrir cabezas tiene el sentido de reconocer la fragilidad y mortalidad de las personas, quienes buscan la piedad y misericordia del todopoderoso.