Los arcángeles ocupan un lugar especial en la jerarquía angelical, siendo considerados representantes directos de Dios. En total, se reconocen siete arcángeles, cada uno asociado a un color o rayo que otorga características únicas a las personas. Este vínculo espiritual se establece desde el día de tu nacimiento, influyendo en la vida de cada individuo.
Desde el momento en que llegamos al mundo, los ángeles nos acompañan en nuestro crecimiento personal. Su función es guiarnos hacia nuestro propósito y misión en esta vida, ayudándonos a enfrentar los desafíos y necesidades que se presentan en el camino.
El arcángel Jofiel, conocido por su rayo o llama dorado, se asocia con la iluminación y la sabiduría. Este ser celestial enseña a las personas a dominar sus emociones y a exteriorizar sus ideas, contribuyendo así a la iluminación de quienes les rodean. Según su enseñanza, la verdadera sabiduría comienza con el amor hacia uno mismo y hacia los demás, lo que permite un crecimiento personal significativo.
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Aquellos que tienen a Jofiel como protector suelen vivir una variedad de experiencias, tanto positivas como negativas. Estas vivencias son esenciales para adquirir la sabiduría necesaria que les permitirá iluminar su propio camino y el de los demás. La conexión con este arcángel invita a reflexionar sobre la importancia de aprender de cada situación y a valorar el proceso de autodescubrimiento.
El arcángel Chamuel, figura central en la espiritualidad, simboliza el amor puro y desinteresado. Su rayo rosa, considerado uno de los más poderosos, representa la esencia del amor auténtico, capaz de unir y construir relaciones significativas. Aquellos que sienten su presencia suelen destacar por su capacidad de amar y su deseo de ayudar a los demás.
El amor, según la enseñanza de Chamuel, es un elemento fundamental que propicia la armonía y la paz. En contraste, el odio y la discordia generan separación y desarmonización. Esta dualidad resalta la importancia de cultivar el amor en nuestras vidas, no solo como un sentimiento, sino como una fuerza transformadora que puede cambiar el mundo.
El arcángel Gabriel es una figura central en la espiritualidad, representando la pureza, la ascensión y la resurrección. Su rayo blanco no solo simboliza el inicio de un camino, sino también la meta de la existencia. En la tradición cristiana, Gabriel es el encargado de guiar a las almas hacia la ascensión, un proceso que va más allá de la simple elevación al cielo.
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La ascensión implica un crecimiento personal y espiritual, que se desarrolla a través de tres etapas clave. La primera, la gran crucifixión, representa las malas experiencias que todos enfrentamos. La segunda, la resurrección, se refiere a la recuperación de esas vivencias. Finalmente, la ascensión se traduce en el aprendizaje y la evolución que se obtiene a partir de estas experiencias.
El arcángel Rafael, reconocido por su llama verde, representa virtudes como la curación, la consagración, la concentración y la verdad. Este ser celestial se asocia frecuentemente con aquellos que dedican su vida a sanar, como médicos, enfermeros y científicos. Su presencia inspira a quienes buscan aliviar el sufrimiento ajeno, brindando apoyo y fortaleza en su labor. Las personas que cuentan con la guía de Rafael suelen experimentar un aumento en su fe y amor, así como una mayor constancia e inspiración.
Hay 9 tipos de ángeles de acuerdo a la Biblia. Foto: difusión
El arcángel Uriel, conocido por su rayo o llama de color oro-rubí, se erige como un símbolo de perfección y amor divino. Este color, que combina la riqueza del oro con la intensidad del rubí, representa la gracia y la paz que Uriel otorga a quienes lo invocan. El rubí, considerado el mineral más costoso y valorado, se asocia con la idea de perfección, superando incluso al diamante.
El rayo violeta, asociado al arcángel Zadquiel, representa la transmutación, un proceso esencial de purificación. Esta transformación se manifiesta en momentos cotidianos, como cuando se pasa de un estado de enfado a uno de alegría. La energía de Zadquiel actúa como un faro para quienes buscan cambiar su realidad emocional. Aquellos que se encuentran bajo su manto experimentan un proceso de purificación que les permite dejar atrás emociones negativas y adoptar una perspectiva más positiva.
El arcángel San Miguel es conocido por su rayo o llama de color azul, que simboliza la protección, la fuerza y la fe. Aquellos que tienen la fortuna de contar con su presencia en sus vidas experimentan un constante respaldo en momentos difíciles. Sin embargo, esta protección no implica la ausencia de desafíos, ya que el camino hacia la fortaleza a menudo comienza con la vulnerabilidad. La enseñanza de este arcángel se centra en la lucha y la perseverancia.
Según el Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia, existen 9 tipos de seres celestiales. Estos son: