El Imperio Inca, uno de los sistemas de organización más avanzados en la América prehispánica, desarrolló una red de comunicación que impresionó profundamente a los españoles a su llegada. La capacidad de transmitir mensajes y transportar información vital a lo largo de largas distancias en tiempos asombrosamente breves fue una herramienta estratégica que aseguró la cohesión y control de un imperio que se extendía por más de cuatro mil kilómetros a lo largo de la cordillera de los Andes.
El eficaz sistema de comunicación de los incas que sorprendió a los españoles fue la red de chasquis y caminos, conocida como Qhapac Ñan. Este sistema estaba compuesto por jóvenes corredores entrenados que transportaban mensajes y artículos esenciales a lo largo del vasto territorio del Imperio.
Los chasquis operaban en un sistema de relevos, cubriendo distancias rápidamente mediante una red de caminos construidos con técnicas avanzadas, como muros de contención y sistemas de drenaje. La red incluía tambos, o albergues, donde los corredores descansaban y se abastecían.
La mit’a fue el sistema de trabajo que mantenía caminos y tambos; los pobladores colaboraban en su construcción y, a cambio, recibían productos necesarios para su sustento. Foto: difusión
El sistema de caminos, o Qhapac Ñan, abarcaba unos 40,000 kilómetros y estaba dividido en dos rutas principales, una en la sierra y otra en la costa. Estas calzadas conectaban los cuatro suyus del imperio y facilitaban el movimiento de personas, alimentos y mensajes.
Construidos con técnicas avanzadas como el uso de pircas y sistemas de drenaje, los caminos ofrecían una infraestructura durable y funcional. En puntos estratégicos, se instalaron tambos, albergues para los chasquis, que permitían relevar corredores y mantener el flujo de información constante y efectivo en todo el territorio inca.
Los chasquis usaban dos métodos para transmitir mensajes, el quipu y la comunicación oral. Los quipus eran cuerdas de colores anudadas que registraban datos importantes, como nacimientos o muertes, mediante diferentes colores y tipos de nudos. Para la transmisión oral, el mensaje se repetía hasta ser memorizado por el receptor, garantizando precisión.
Además, los chasquis utilizaban un pututu, o trompeta de concha, para anunciarse al próximo relevo. La disciplina y el entrenamiento de los chasquis aseguraban la integridad del mensaje, ya que cualquier alteración o error era severamente castigado.
Los españoles quedaron impresionados con la rapidez y eficacia del sistema de chasquis, al punto de mantenerlo en funcionamiento durante el Virreinato. Este sistema permitía cubrir 240 kilómetros en un día y recorrer la distancia entre Quito y Cuzco en una semana, algo que sorprendió por su rapidez y organización.
Los cronistas españoles, como Pedro Cieza de León, describieron el sistema como un método de postas superior a lo que podía lograrse incluso con los caballos más rápidos, destacando la destreza de los incas en la organización de una red de comunicación tan avanzada y estratégica.
Desde jóvenes, los chasquis eran entrenados para desarrollar velocidad y memorización, esenciales para asegurar la integridad del mensaje a lo largo del Imperio Inca. Foto: difusión