Cada 28 de julio se conmemora la declaración de independencia, que fue conferida por el libertador José de San Martín aquel mismo día en 1821. Sin embargo, aunque la proclamación se convirtió en un hecho recordado hasta hoy, los españoles mantuvieron el control sobre la economía y buena parte del territorio peruano hasta diciembre de 1824.
El final del Virreinato del Perú e inicio de la República peruana es uno de los periodos más peculiares y emocionantes de la historia del país.
La lucha entre independentistas y realistas (españoles y criollos en favor de continuar bajo la autoridad de la corona española) se mantuvo hasta diciembre de 1824, tres años después de la proclamación dada por San Martín.
La razón por la que se celebran las Fiestas Patrias cada 28 de julio es por la declaratoria de la libertad del Perú frente al dominio español, que se dio aquel día de 1821. Para llegar a dicho momento histórico, José de San Martín tuvo que encabezar una expedición desde Argentina hasta Lima, junto al ejército libertador.
En la Plaza Mayor, junto al Cabildo y a la sociedad limeña congregada, pronunció el famoso discurso que marcó una nueva etapa para el país: “Desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que dios defiende. ¡Viva la Patria!, ¡Viva la libertad!, ¡Viva la independencia!”.
Sin embargo, aunque pueda parecer que la proclamación de independencia significó un cambio radical en el Perú, lo cierto es que el hecho fue mayormente un acto simbólico y el camino a la emancipación aún estaba incompleto y lleno de desafíos, sobre todo en la sierra peruana.
Independencia del Perú. Foto: El Peruano.
Luego de la declaratoria, Lima pasaba por una grave inestabilidad económica y caos político. Según el historiador Hugo Vallenas, en una entrevista para la página ‘nexos’ de la Universidad de Lima, la única zona libre del control español era la intendencia de Trujillo, que desde 1820 se encontraba exenta del control español, gracias al aliado del libertador José de la Torre Tagle, y abarcaba las ahora regiones de Tumbes, Piura, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca, San Martín, Amazonas y parte de Ancash.
Según el diario El Peruano, aunque la proclamación de independencia promovía la igualdad social, la estructura social no cambió significativamente y en la práctica solo terminó beneficiando a las clases dominantes, herederas de las élites criollas, y de nuevos grupos de poder.
Los indios continuaron pagando un tributo y los negros siendo esclavos, ambos excluidos de las decisiones políticas y de los planes de gobierno, que favorecían principalmente a la aristocracia limeña y luego a la provincial.
La independencia de todo el país recién se concretó con la Batalla de Ayacucho, que tuvo lugar el 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de Quinua. En dicho enfrentamiento, las tropas patriotas, lideradas por Antonio José de Sucre y bajo las órdenes de Simón Bolívar, enfrentaron al ejército realista, dirigido por el virrey José de la Serna.
Antonio José de Sucre. Foto: Ministerio de Cultura.
El hecho no solo fue significativo para el Perú, sino para toda Sudamérica, debido a que el país albergaba a las últimas fuerzas españolas y, con ello, el inicio de la construcción de la soberanía y desarrollo de las naciones libres e independientes de la región.