
Este jueves 9 de octubre, la Academia Sueca anunció al autor húngaro László Krasznahorkai como el nuevo ganador del Premio Nobel de Literatura.
En el imprescindible libro de la ensayista Mercedes Monmanny, Por las fronteras de Europa, se lee lo siguiente sobre Krasznahorkai a razón de su novela Melancolía de la resistencia (1989):
“Autor de culto, muy celebrado en Estados Unidos, Japón o Alemania, Krasznahorkai, que ha vivido en diversos lugares de Asia, como Japón, Mongolia o China, ha recibido encendidos elogios de autores de nuestros días como Susan Sontag que reconoció en él al “maestro húngaro del Apocalipsis, comparable a Gógol y Melville”, o por el desaparecido W. G. Sebald que dijo: “La universalidad de las visiones de Krasznahorkai rivalizan con las de Gógol en Las almas muertas y sobrepasan de muy lejos a la mayor parte de sus contemporáneos”. Melancolía de la resistencia narra la organización de una sombría y grotesca conspiración, que se inicia con tintes mágicos y sobrenaturales”.
Krasznahorkai no es un nombre desconocido en el imaginario narrativo mundial. El húngaro saltó a la fama literaria con su primera novela, Sátántangó (1985/ 2017: Tango satánico), que fue llevada al cine por Béla Tarr en 1994. La adaptación fue aclamada y dura casi siete horas (ahí el dato). Desde este título, el escritor ya exhibía una de las mayores cualidades de su prosa: su estilo hipnótico, clave para ingresar en la complejidad temática y estructural de sus novelas. Y, claro, en esa novela están las bases mediante las cuales se le llamaría, a medida que iba publicando, el “maestro del horror apocalíptico” debido a los factores distópicos y melancólicos presentes en su poética. Laszlo Krasznahorkai saca belleza del horror y, de acuerdo con la información que circula tras la noticia, detesta las ideas totalitarias.
"El barón Wenckheim vuelve a casa". Imagen: Difusión.
La Academia Sueca decidió galardonarlo por “su obra cautivadora y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. En sintonía con la tradición de la Fundación Nobel, la calidad literaria es uno de los factores que se toman en cuenta y entra al bolo igualmente el contexto en el que se otorga el premio. En este sentido, los suecos reconocen a un muy buen autor porque consideran que su obra es necesaria en estos tiempos de inminentes cambios (en todos los aspectos de la vida) marcados por la incertidumbre y el no sentido de las cosas.
Sin embargo, László Krasznahorkai, siendo una pluma reconocida, no figuraba para esta edición entre los autores favoritos. Su elección reafirma la pauta que, desde 2017, año en que se destapó el escándalo sexual protagonizado por Jean Claude Arnaut y que puso en tela de juicio a los suecos, rige el criterio: ir por autores blindados por la legitimidad literaria. Parece extraño consignarlo (se supone que la calidad literaria es la que debe primar), pero no debemos pasar por alto que, durante no pocos lustros, los suecos se fijaban en la opción ideológica de sus premiados, lo cual llevó a injustas omisiones (a saber: Jorge Luis Borges y Philip Roth). Eso ya no significa un problema para los suecos. Lo que sí están haciendo es una inspección de la vida de sus candidatos sin importar su inclinación ideológica. Lo de Arnault es un antes y un después. Importa la calidad literaria, pero al mismo tiempo una conducta sin cuestionamientos éticos. Este criterio se reafirmó tras la muerte de Alice Munro (Nobel de Literatura de 2013) en mayo de 2024. Dos meses después de su partida, recordemos, su hija reveló que había sido víctima de abusos sexuales por parte de su esposo y que ella nunca hizo algo para impedirlo. Alice Munro es una autora fantástica, empero muchos pidieron en aquella ocasión que se le retire el Nobel de Literatura a la autora canadiense.
Philip Roth. Foto: Difusión.
En el año 2018 no se otorgó el Premio Nobel de Literatura por el escándalo de Arnaut (tampoco se dio el Nobel de Literatura en el periodo 1940-1943 por la Segunda Guerra Mundial, lo cual nos refleja el shock que debió ser lo de Arnault para dejar en blanco una edición del reconocimiento más llamativo de la Fundación Nobel). Es por eso que, desde 2019, los autores galardonados sí suman al imaginario lector. Eran voces no muy ubicadas en el mundo, pero sí muy reconocidas en algunos países. Pensemos en Olga Tocarczuk (2019), Jon Fosse (2023) y Han Kang (2024).
Una mención aparte merece el austriaco Peter Handke (Premio Nobel de Literatura de 2019), quien recibió su premio, en Estocolmo, en medio de críticas por su apoyo a Slobodan Milošević en la guerra de los Balcanes o guerras yugoslavas (1991-2001). Handke se reafirmó en sus ideas y precisó que, ante todo, su naturaleza era la de un escritor. Los pecados políticos de Handke no hicieron ruido en los suecos. Distinto hubiera sido si surgían acusaciones relacionadas como las de Arnaut y Munro..
He recibido los mejores comentarios literarios de grandes lectores y amigos del propio László Krasznahorkai. En varias ocasiones he visto sus libros en algunas de nuestras librerías, como su última novela traducida al español, El barón Wenckheim vuelve a casa (2024). Sus libros son parte del catálogo de Acantilado, una editorial que se caracteriza por tener joyitas literarias. Es cuestión de tiempo para que más libros suyos estén a disposición de los lectores.
Actualización: en la edición impresa del viernes 10 de octubre, se confunde a Doris Lessing con Alice Munro. Sobre el espinoso caso Munro, ya se ha escrito en La República.

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