“Este es un enamoramiento progresivo. Yo he comenzado como lector de novela policial, de novela negra, casi sin entender qué era en ese momento, en esas primeras lecturas lo que era la novela policial, lo que era la novela negra. Lo único que yo tenía claro es que era un tipo de lectura que se dejaba leer muy fácilmente, se mantenía un ritmo, había un enigma”, dice el narrador Charlie Becerra sobre sobre el registro en el que viene forjando una obra con señas muy claras: la narrativa de entretenimiento, pero entendámoslo bien: con lógica y verosimilitud. Esta característica adquiere una dimensión mayor en su última novela: Aullar las sombras (Revuelta), en la que relata la vida del exnarcotraficante peruano Humberto el Lobo Vargas, capo mayor de la droga en las décadas del setenta, ochenta y noventa.
Cuando Becerra fue contactado por el Lobo para que cuente su historia, no la desaprovechó. Era la historia que venía buscando. Pero a la vez Becerra quería hacer algo distinto: una novela literaria que no sonara a historia de narcos.
“Me interesaba la vida de Vargas, el proceso que siguió hasta convertirse en un narco temido y poderoso”, precisa Becerra.
La novela es una historia violenta sin serla.
“En Aullar las sombras sí quería hacer algo más literario, quizá más atemperado, pero más íntimo también, más honesto. Más que el personaje de un narcotraficante, yo me he sentado a hablar con una persona a la que le tocó este mundo y esta vida”. No deja de ser curioso lo que dice Becerra. El Perú es generoso en este tipo de personajes, entonces, la inquietud es válida: ¿por qué no se escribe más de ellos? ¿Por qué el policial o la novela negra no despiertan el entusiasmo de los autores peruanos? Bajo este registro, tenemos un valioso puñado de títulos.
“Carlos Fuentes decía que en Latinoamérica todo está por escribirse. En Perú también. Apenas estamos rasgando la superficie. Mientras investigaba sobre el Lobo, encontré otras historias. Una de ellas tiene que ver con un narco peruano, que fundó el primer cártel de la droga. Fue un peruano, no un mexicano o un colombiano, como podría creerse. ¿Dónde está la novela de eso? Es más cómodo escribir de lo que pasó en la casa de mi abuela o lo que mi papá me dijo un día a ir y meterte en la mitad del Amazonas donde cualquier mosquito de más de tres centímetros te puede matar o estar con gente con la que nunca te juntarías”.
El Lobo es un personaje poliédrico. Becerra, por el hecho de contar su vida, ingresa a la misma desde distintas vertientes. En este punto, Aullar las sombras es una novela de personajes. Este elemento del personaje, hay que decirlo, está muy descuidado en la narrativa peruana. La belleza verbal acaba cuando es inexistente el nervio de humanidad que juega en pared con las urgencias frívolas. Para Becerra, la configuración de los personajes va un poco más allá. Para él, igualmente suponen un riesgo:
“Una vez me escribió del penal uno de los personajes de El origen de la hidra. No hubo una amenaza, pero sí un reclamo. Este señor decía usted me está dejando muy mal parado en su libro. El origen de la hidra fue un libro que circuló mucho por penales también. Entonces, averigüé y supe de quién se trataba. Tenía una condena por crimen organizado de quince años. Le dije que, si estoy equivocado, puede hacer su descargo y que no tengo problema alguno en rectificarme. Nunca más me escribió. Luego pasó lo de Gringasho. Lo único que hubo fue un intento de querer asustarme con una denuncia por parte de la familia. En ese momento había ocurrido lo de Christopher Acosta por lo de Plata como cancha. Ya se sabía que Christopher iba a perder y que iba a tener que pagar a Acuña 100 millones de soles. Seguramente, la familia dijo ya está, con esto somos ricos, pero no hubo nada más. Escribir sobre estos temas me ayuda a entender mejor cuándo hay una amenaza y cuándo no, y tengo amigos muy cercanos en inteligencia. Soy un buscador de historias”.
Sobre las etiquetas, tan de moda cuando no se puede calificar la poética de un autor, Becerra indica que “me siento más cómodo diciendo que soy un escritor de novela negra. Ahora investigo sobre narcotráfico, pero es muy probable que más adelante escriba de minería ilegal. Como dice Fernando Ampuero, casi todo lo que ocurre en Perú es novela negra”.
La novela negra y la novela policial cuentan la historia no oficial de un país. A nadie le gusta la gusta la violencia de la que somos testigos, pero es un material único que la ficción no debe desaprovechar y en Perú la estamos dejando pasar. Lean esta novela de Becerra.