Pekín. EFE
Infancia como niño prodigio, madurez como pianista de reconocimiento mundial, apariencia de estrella del pop, conversación amigable, desparpajo que provoca risas entre su equipo. Lang Lang (Shenyang, China, 1982) presenta estos días en Pekín su interpretación de las ‘Variaciones Goldberg’, una de las obras cumbres del compositor alemán Johann Sebastian Bach.
¿Recuerda su primer contacto con las ‘Variaciones Goldberg’?
La primera vez las escuché de Glenn Gould. Tocaba unas ‘Variaciones Goldberg’ que sonaban muy interesantes. Era una interpretación muy seca, casi de clavecín. Y su interpretación me superó y pensé que quizá debiera tocar esta pieza yo también. La pieza es una melodía fácil al principio. ¡Pero es una ilusión! Porque es muy, muy difícil de tocar.
De niño, mi profesor me enseñó mucho barroco, pero de adolescente no interpreté mucho a Bach. Así que hace unos años empecé a aprender más sobre música barroca y empecé a interpretar más a Bach en los conciertos para intentar hallar el sonido de un Bach ideal, no del Bach de la infancia. Un sonido ideal y maduro.
Entonces, ¿Bach suena distinto según vas creciendo?
¡Sí! Bach y Mozart son los compositores que más cambian. Cuando eres un niño, crees que Bach es como jugar con los Lego, con una voz distinta aquí, otra voz allá... y tú las combinas... es casi como un juego mental.
¿Un juego mental? Pero en teoría esta obra se compuso para facilitar el sueño...
Sí, la compuso para el diplomático ruso Keyserling (que tenía problemas para conciliar el sueño), y puso a Goldberg, su mejor alumno, a tocárselas en días alternos. Pero esto no es una pastilla para dormir. Es como El origen, ¿conoces la película? Con muchas capas... ¡Yo he intentado dormir con esta pieza! Y en los primeros cinco minutos me fue bien, pero luego de repente te despierta.
¿No ha dormido bien en los últimos 20 años de estudio de las ‘Variaciones’ entonces?
La verdad es que no... Esta obra no es fácil. A veces me provoca miedo; otras, dolor... no es sencilla.
¿Qué la hace tan especial?
En primer lugar, el diseño: es como diseñar una pirámide de Egipto. Treinta variaciones con una simetría perfecta y nueve cánones como cuerpo principal. Así que de alguna forma todo está perfectamente encajado, pero todo se repite. Y luego, en medio de esos cánones, Bach funde todo lo que hayas aprendido antes sobre él. Quiere decirle a la gente: “Con unas pocas notas simples puedo hacer algo distinto cada vez”. Así que es el mayor juego mental, ¡pero las emociones son reales!
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¿Cómo ha ido evolucionando su relación con Bach en estos años?
Me encanta Bach, pero no lo entendía. Lo veía más como un ejercicio mental, para tratar de dividir tu mente y crear una estrategia, para intentar ser más inteligente. Pero una persona inteligente no tiene por qué ser un pianista emocional: son dos cosas distintas.
Y cuanto más aprendía de Bach, más cuenta me daba de que es la persona más emocionalmente complicada. No es solo alguien que juega con tu mente. Estaba equivocado. Siempre sentí emociones más obvias con Chopin, Liszt, Rachmaninov... Pero entonces descubres que hay otro tipo de emociones. Y Bach tenía ambas.
Imaginemos que Bach entra ahora mismo por la puerta y le pilla tocando sus ‘Variaciones’, ¿qué le diría?
(Tartamudea un par de segundos antes de lograr arrancar). Bueno, más bien, ¿¡qué no le diría!? Él me diría muchas cosas. Yo dejaría de tocar y le pediría: “¿Puede tocar para mí?”. Y después yo diría: “¡Esto es lo que siento!” (se ríe).
Me daría un infarto... Para este disco, toqué muy cerca de él (en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, donde trabajó y está enterrado Bach). Fue muy emocionante. Me sentí muy vivo, muy espiritual... como si él estuviera allí de verdad. Podía sentir su alma en la sala. En especial, cuando toqué su órgano.
Pero el momento del lanzamiento se ha estrellado contra una pandemia, ¿cómo se siente?
Tuve que cancelar todos los del extranjero, pero hice unos pocos en China, para mantener los dedos calientes. Pero esta obra me ha dado verdaderos ánimos. Así que por eso quiero compartirla y lanzarla ahora para mi audiencia en todo el mundo, para que no se sientan solos.