Por: Ybrahim Luna
Algunos lo conocían como “El hacedor de religiones”, otros como “El sumo sacerdote”; pero más allá de esas pomposas etiquetas, el escritor estadounidense de terror y ciencia ficción Howard Phillips Lovecraft, autor de cuentos como “La llamada de Cthulhu”, “El horror de Dunwich”, “El color del espacio exterior”, “Dagon”, “La sombra sobre Innsmouth” o “El Necronomicón”, era un tipo muy tímido y reservado, abierto apenas a un pequeño círculo de colaboradores y editores de revistas del género pulp.
Howard nació un 20 de agosto de 1890 en Providence, Rhode Island. Fue hijo único y desde muy niño la fatalidad marcó su mundo. Cuando estaba por cumplir tres años, su padre, Winfield Scott Lovecraft, un joyero itinerante, sufrió un colapso nervioso y fue trasladado a un hospital donde murió años después debido a complicaciones producidas por la sífilis.
Su madre, Sarah Susan Phillips, encarnaba de una forma exacerbada la burguesía y las lejanas tradiciones británicas, y le enseñó al pequeño Howard a temerle a la gente de Estados Unidos, a la que consideraba inferior, sobre todo a los inmigrantes europeos, a los que describía casi como leprosos. Sarah no solo le enseñó la aversión por lo extraño, también por sí mismo. Cuando el pequeño Howard le contaba que los niños lo llamaban feo, ella le decía que tenían razón.
En ese ambiente, bajo la tutela de su abuelo materno y solo con la educación de casa, el pequeño desarrolló toda su singular precocidad. A los tres años ya leía y a los cinco empezó a escribir.
Tras la muerte de su padre, en 1898, y la de su abuelo materno, en 1904, la familia de Howard perdió la casa y tuvo que mudarse a un inmueble más precario, lo que deterioró la estabilidad emocional de Howard, quien a los dieciocho años sufrió un colapso nervioso que le impidió graduarse del colegio e ingresar a la universidad. Estos “colapsos” acompañarían permanentemente a la familia. Fue solo cuestión de tiempo para que la madre de Howard fuese diagnosticada con el mismo cuadro antes de ser internada en un hospital en 1919. Ella murió en 1921.
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Tras la muerte de su madre, Howard conoce a Sonia Haft Greene, siete años mayor que él, con quien se casa y se muda a Brooklyn, New York. Pero para muchos fue una unión destinada a fracasar, ya sea por las dificultades económicas, por la falta de interés sexual de Howard o por su repugnancia por la vida neoyorkina.
En un esfuerzo por salir adelante, Howard editó su propia revista y escribió sus primeros cuentos por los que fue remunerado. Es necesario señalar que en algunos de sus poemas y varias de sus cartas ya manifestaba sus exacerbados prejuicios raciales contra los afroamericanos de EEUU, una viva herencia materna según la mayoría de biógrafos.
Por aquel entonces ya era conocido únicamente como Lovecraft.
El relativo éxito llegó cuando la más famosa revista del género pulp, Weird Tales, lo acogió y se convirtió en su trinchera y escaparate durante un tiempo. Pero tras su separación conyugal en 1926, y de un marcado deterioro nervioso, Howard regresó a Providence.
Durante la década del 20 y parte del 30, Lovecraft publicó varios cuentos catalogados como de “horror cósmico” que se convertirían en joyas de la literatura moderna, como “La llamada de Cthulhu” en 1926; pero también trabajó como escritor fantasma para sus amigos del “Círculo Lovecraft”, un grupo de seguidores que se encargaría de reunir su obra póstumamente, ya que Howard jamás publicó un libro en vida.
A los 46 años, Howard ingresó a un hospital en Providence aquejado por malestares estomacales. Y poco después de ser diagnosticado con cáncer intestinal, falleció el 15 de marzo de 1937.
Y ante la pregunta de muchos lectores sobre ¿cuál es el verdadero valor del horror cósmico en nuestras vidas? Lovecraft hace una posible referencia en su extenso ensayo publicado en 1927, Supernatural Horror in Literature: “Los niños siempre sentirán miedo a la oscuridad y el adulto, a merced de los impulsos hereditarios, siempre se estremece al pensar en los mundos insondables preñados de vida extraña, que habitan los espacios interplanetarios…”.
Haciendo una muy libre interpretación de esta postura se puede decir que los adultos necesitan del terror para volver a sentir la fascinación por lo desconocido, como si fueran niños otra vez.
HBO emite la serie Lovecraft Country, basada en la novela de Matt Ruff y ambientada en los EEUU de los 50, de la segregación racial.”Publicó cuentos catalogados como de ‘horror cósmico’ que se convertirían en joyas de la literatura moderna”.