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Rodrigo Blanco: “Mi novela no es una denuncia sobre un sistema político”

Escritor venezolano, ganador de la III Bienal de Novela Vargas Llosa, está invitado a la 25 Feria Internacional de Libro de Lima.

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El escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón, Premio III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa 2019 por The night (Alfaguara), es un invitado de la Feria Internacional de Libro de Lima. En diálogo a la distancia, recuerda su relación con la literatura peruana, habla sobre aspectos creativos y políticos de su novela y su personaje, el periodista Darío Lancini. También de la polémica del Premio Rómulo Gallegos.

Sus vínculos con la literatura peruana es muy de atrás, sobre todo con Alfredo Bryce.

Sí, el primer autor que para mí significó la literatura de verdad, es decir, la literatura de gente adulta, es de Alfredo Bryce, que era una referencia muy importante para mi madre. Me acuerdo que ella regresó un día contentísima con un ejemplar de El hombre que hablaba de Octovia de Cádiz firmado por Bryce quien se había presentado en Caracas.

O sea, su madre estuvo de por medio.

Es que me marcó mucho ver que un escritor generaba esa admiración en alguien que yo quería mucho como es mi madre. La gran sorpresa fue cuando a los 15 años empecé a leerlo, me di cuenta que no era un autor, serio, solemne, sino más bien te hacía reír hasta sacarte lágrimas con una ternura y un humor increíble. Mi deuda con la literatura peruana es enorme, está en el origen de mi deseo de convertirme en escritor y de estudiar letras.

Su padre es cardiólogo, su madre psiquiatra, ¿han perfilado personajes en su narrativa?

Sí, yo tengo un personaje que aparece en varios de mis cuentos y también en mis novelas, se llama Miguel Ardiles, que es un psiquiatra forense que obviamente está inspirado en el trabajo que hacía mi madre durantemuchos años. Yo desde chico he estado muy en contacto con la jerga del discurso psiquiátrico, con las historia terribles que veía mi madre en su trabajo, haciendo informes de victimarios y víctimas. Eso me ayudó de una manera muy obvia en mi trabajo literario.

¿Con su novela The nigth quiere echar luces a la sombra que vive su país, también por los apagones eléctricos?

La llamada crisis energética para mí fue como un antes y un después en mi país, fue como el umbral que marcó el paso de una realidad políticamente convulsa y conflictiva, como fueron los primeros diez años del chavismo, a una realidad de una precariedad y un desamparo absoluto.

¿The nigth se afirma en ese contexto?

Mi novela utiliza la declaración de la crisis energética del 2010 como un marco de partida, pero mi novela va más allá de eso, incluso territorialmente más allá del país. Pero sigue teniendo como umbral lo que significó para la sociedad venezolana, para su imaginación, para su salud mental y para su vida, la declaración del estado de emergencia eléctrico, que todavía se vive.

Además de la fuerza de la ficción, ¿considera que su novela tiene una fuerza política?

Por los comentarios que he recibido, creo que sí, que tiene como un costado en que dialoga un poco con la experiencia del mal que hemos vivido estas dos últimas décadas. Evidentemente es un mal que surge de un proyecto político devastador y muy concreto que es fácilmente reconocible, pero yo apunté a hacer una lectura de mi país y de nuestra historia menos coyuntural y que fuese más en profundidad. Quizás por eso está como personaje el periodista Darío Lancini, para regresar a las primeras décadas del siglo XX de mi país y ver su evolución como una de las democracias de Latinoamérica para hallar allí también las raíces de nuestro mal.

¿El foco no es el chavismo?

Una de las pocas decisiones conscientes que tomé es que yo no quería que mi novela sea sobre Chávez o el chavismo. Quería que mi novela, a partir de un contexto político puntual, fuese una incursión en la noche. En una noche real, pero también en una noche metafísica, una noche gótica, una noche literaria, una noche más amplia de la que nos impone una dictdura. No es una denuncia política sobre algún sistema.

¿El rescate del periodista Darío Lancini como personaje fue porque podía ser el ojo para mirar el pasado y el presente?

Mira, fue una de las cosas de las que menos tuve conciencia de por qué lo hacía. Mucho antes de hacer la novela, había leído sus libros, incluso tuve la oportunidad de conversar con él. Era un personaje enigmático. Hace muchos años escribí un cuento en torno a él y es de alguna manera la semilla de la novela, pero yo no quería reconstruir la vida de Lancini hasta que él murió. Leí una especie de semblanza biográfica y vi que allí, en su vida, había una síntesis de la Venezuela del siglo XX. Empecé a investigar.

El jurado ha dicho que la novela en tanto mira el pasado, respira rencores, pero también manifiesta solidaridad.

Creo que hay espacio para todas las emociones. Es una novela de amor, por la historia de Darío Lancini y Antonieta De La Madrid, pero por otros personajes es una novela de perversión, maldad, encarnan rencores y muestran el deterioro de la sociedad venezolana.

Se ha restituido el premio Rómulo Gallegos por el chavismo y usted ha dicho que algunos intelectuales se están haciendo de la vista gorda.

El premio iba varias ediciones en que el gobierno ha ido secuestrándolo, inyectándolo su ideología y eso se refleja en la escogencia del jurado, totalmente alineado con el chavismo. Ajustaron los tornillos después de que ganó Fernando Vallejo porque su discurso incendiario no gustó para nada. Es una lástima ver que a pesar de todas estas circunstancias, todavía haya algunos escritores de cierta valía que insisten en poner en primer lugar sus pequeñas ambiciones literarias y monetarias por encima del sufrimiento de todo un país. Y no solo es solo un problema ético, sino también legal. El chavismo es una organización criminal. El dinero que maneja proviene del robo, la corrupción y el narcotráfico.

Han dicho que el premio siempre ha tenido peso político, así fue con Vargas Llosa.

Eso es una mentira que manó del propio Centro Rómulo Gallegos. Han dicho que el premio está politizado desde su origen, pues el discurso de Vargas Llosa era un elogio a la Revolución Cubana o que Gabo donó un dinero para crear elpartido socialista, eso es cierto, pero yo desmonté eaa mentira, porque una cosa es que la posición política que asuman los escritores y otra cosa es es el espíritu que animó la creación del premio, que es todo lo contrario. El premio se organiza con la democracia venezolana, para homenajear la obra de Gallegos y a la vez crear un contrapeso ala ideologización política que venía desde Cuba. Es decir, es un premio que busca premiar la excelencia literarias por encima de las posiciones políticas de sus escritores, aun en el caso de que estas fueran contrarias a las del gobierno. Eso pasó con el premio de Vargas Llosa. La democracia venezolana de los gobiernos de Betancourt y Leoni fueron de las más fuertes contra Cuba, pero eso no impidió para reconocer el valor de una novela como La Casa Verde o Cien años de soledad. Si el premio Rómulos Gallegos todavía fuera un premio democrático, hubieran aceptado el discurso de Fernando Vallejo sin adoptar las medidas que tomaron después.