Por: Pedro Escribano
En la vida personal y literaria, Mario Vargas Llosa y Francisco Umbral han sido distantes. El segundo más que el primero, tuvo una actitud de contrincante. Sin embargo, ambos tenían experiencias vitales y escriturales sorprendentemente paralelas. La profesora Ana Godoy Cossío así lo demuestra en su libro Arquetipos femeninos. Francisco Umbral y Vargas Llosa: obras y vidas paralelas (Ed. Dalya), obra que recoge su tesis doctoral en la U. Complutense y que hoy presenta.
¿Cómo así se le ocurrió un estudio comparado entre Umbral y Vargas Llosa?
La idea nace de un sueño alimentado hace años que consistía en realizar una investigación que promoviese un nuevo encuentro entre América y Europa, a través de la literatura. Lo que al principio parecía utópico se terminó de configurar al terminar el Máster de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.
Curioso, en la vida personal, como autores, ellos fueron distantes. ¿Qué paralelismo vital ha descubierto usted?
En efecto, ellos fueron dos planetas que orbitaban en galaxias paralelas, pero a veces, como ocurren en los viajes del tren, ambos coinciden en las mismas paradas. Entre los paralelismos vitales puedo señalar los primordiales, pero hay muchos más: infancia y niñez provinciana como hijos “únicos” de familias predominantemente femeninas; la ausencia paterna y el origen de la rebeldía; Madres estigmatizadas como “madres solteras”; el despertar sexual y la obsesión -devoción por la mujer y ambos son hijos de la dictaduras de Francisco Franco y de Manuel Odría, en cuyas obras está refrendada la huella imborrable, la experiencia laboral como administrativos de una entidad bancaria; la innegable influencia de autores franceses y el salto definitivo a las capitales como centro del ejercicio total de la literatura
Sorprende la similitud de títulos, aquí algunos que cita. MVLl: La ciudad y los perros, ‘Día domingo’, ‘Lolita cumple treinta años’, La orgía perpetua, Los cuadernos de don Rigoberto, La señorita de Tacna. Umbral: La ciudad y los días, Nada en domingo, Teoría de Lola, La escritura perpetua, Los cuadernos de Luis Vives, Las señoritas de Aviñón. ¿Cómo explica estas coincidencias?, ¿como MVLL que las “respiraban en el ambiente”?
Además de eso, en el libro explico las posibles respuestas, pero una de ellas es que se trataría de una secreta admiración, manifiesta en la mutua influencia bidireccional, consciente o inconsciente, ejercida el uno sobre el otro, como nos confirmó también la voz del premio Nobel.
MVLl dice que el novelista cuando escribe hace un striptease, lo dijo en 1974. Umbral escribe lo mismo, casi con las mismas palabras, en 1996. Si tenemos en cuenta que Umbral era un atento a las publicaciones de VLl –más aún de tremendo concepto–, ¿es realmente coincidencia como usted sostiene?
Hay coincidencias sorprendentes por la similitud casi exacta, aunque las fechas sean disímiles en varios casos. Naturalmente, todas las respuestas nos llevarán a aceptar las innegables influencias, tanto mutuas como ajenas, porque el propio Vargas Llosa al referirse a Juan Carlos Onetti asevera que “no existe ningún escritor original... Eso es simplemente imposible”. Por ello, pensamos que todas las influencias o utilerías literarias que recibieron de sus maestros les han servido para afinar su creatividad. Utilizar y reutilizar ese magma en provecho de sus producciones. Esto en sí es como un puente levadizo que les une a sus modelos, pero a su vez los distancia.
¿Cómo funcionan los arquetipos femeninos en ambos autores?
En el embarcadero común de arquetipos que ambos autores recuperan en sus obras literarias está claro que la mayor cantera proviene de las fuentes vivenciales de niñez y adolescencia que han brotado como un proceso natural desde el subconsciente individual de cada uno, también de las huellas de sus maestros. En este proceso, la pintura, el cine y la música, sin duda, han reforzado los moldes arquetípicos gestados en el inconsciente colectivo. Desde esta perspectiva, ambos escritores han dotado a sus personajes de doble entidad, tanto individual como colectiva que permite visualizar el entorno familiar: abuela, madre, tía, prima, madrastra, y también el contexto próximo social: monjas, criadas y meretrices, que se superponen a épocas, contextos o circunstancias.
Otro arquetipo: la madrastra. ¿Más coincidencias?
La madrastra es un arquetipo interesante que aparece fusionado con el de la madre. Dentro del tejido arquetípico que dividimos en dos grandes grupos aparece dentro de los arquetipos híbridos o paralelos, junto a otros: madres-tías, tías-primas, madres-madrastras, madres-solteras, niña-mujer, por la simbiosis que proyectan los personajes.
Umbral minimizaba a VLl como “novelista intelectual”. VLl ha dicho en la entrevista que en las novelas del autor español “hay más palabras que ideas”. ¿Celos o debate literario?
El Nobel admira en Umbral la faceta de cronista porque dice: “Él era un cronista que hizo de un género menor, un género muy creativo. Le dio a la crónica una calidad literaria que es muy infrecuente, muy insólita”. La opinión del Nobel al calificarlo como novelista queda justificada porque admite que le interesa menos, conoce muy mal las novelas de Umbral.
VLl nunca se ocupó ni citó a Umbral, pero este nunca perdió la ocasión de “embestirlo”. ¿Rivalidad ideológica o personal?
Sería largo de explicar aquí, pero en el libro señalo entre otros aspectos que, al parecer, tiene una justificación más de carácter ideológica que literaria. El Nobel nos aclaró que rivalidad no puede ser, porque nunca se pelearon, pero de estar vivo Umbral habríamos despejado la duda.
VLl se convirtió en un modelo para las nuevas generaciones de escritores. ¿Umbral?
En España y creo que también en Perú, Vargas Llosa, sin duda, es un referente primordial para todo aquel que escribe. Umbral, un tiempo estuvo olvidado en España, se le citaba muy poco, pero actualmente hay una corriente de reavivamiento para investigar sus libros y sus crónicas periodísticas.
Presentación. Hoy, 7 p.m., Centro Español del Perú (Salaverry 1910, Jesús María). Libre. Comentan Giovana Pollarolo y Jorge Valenzuela.