Buen humor. Antonio Gálvez Ronceros acaba de publicar Perro con poeta en la taberna, una novela con ironía y sarcasmo.,Por: Jorge Valenzuela Garcés La crítica ha consagrado la obra narrativa de Antonio Gálvez Ronceros (1932) como una de las más representativas de aquellas que se nutren de la tradición popular. Allí está ese monumento literario, Monólogo desde las tinieblas (1975), cuya preocupación por dar a conocer la histórica marginación de la comunidad afrodescendiente del sur del Perú, logró situar en el mapa literario peruano a esa minoría social destacando sus valores a través de la expresión de una gran vitalidad, un sutil candor y un desbordante humor. Gálvez perteneció al Grupo Narración en su segunda etapa y atendió a la necesidad de asignarle a la obra literaria un papel relevante en el proceso de cambio social. Ese compromiso, sin embargo, nunca lo hizo transitar por los caminos del panfleto ni de la complacencia. De este modo, Gálvez Ronceros supo producir textos de alta calidad sin renunciar a la crítica de la injusticia y de la explotación del otro. PUEDES VER “Había una vez una peruana”: presentan libro este jueves en la FIL Lima 2018 Hoy nos entrega su primera novela, Perro con poeta en la taberna, editada por Escuela de Edición de Lima, en la que incide críticamente en un aspecto que toca a todos los seres humanos: la vanidad. El ámbito elegido por el autor es el del arte literario en donde esa debilidad humana puede llegar a límites insospechados. La estrategia desarrollada por el autor implica la construcción de un narrador (en realidad un artesano de sillas) que refiere a un perro (en realidad un hombre) una historia que le escuchó contar a un poeta, precisamente sobre el encuentro que el poeta tuviera con el mismo perro. El recurso busca situar al narrador y al perro en un contrapunto en el que el perro contrastará la información referida por el poeta. El marco narrativo nos sitúa en un bar en Huancayo, un año después de sucedidos los hechos. Los niveles narrativos a los que apela la novela de Gálvez cumplen con hacer patente una de las condiciones de la narración oral: su carácter inestable, relativo y el papel que cumple la ficción como una compensación a las frustraciones de la vida cotidiana, pero también como un instrumento crítico. El lenguaje combina el habla culta con la replana popular, y la narración está poblada de recursos retóricos como la ironía, la hipérbole y el sarcasmo. Aunque la conversación entre el perro y el narrador sobre el contacto que ambos tuvieron con el poeta constituye el hilo narrativo, será predominante la narración del perro, cuyo objeto de valor será lograr que el poeta sea consciente de que lo más importante es la poesía y no la pose de poeta. Para ello, al referir la conversación que tuviera con el vate, un año antes, incidirá en las historias que le fue contando en su propósito educativo. Así, a manera de breves relatos, se nos va ilustrando, a partir de experiencias protagonizadas por narradores, filósofos y bardos, sobre las vanidades del ego, las ostentosas exhibiciones de personalidades obnubiladas por su exagerada autoestima y los límites a los que pueden llegar los escritores que codician el reconocimiento a como dé lugar. Gálvez ha apelado a los recursos del relato fantástico y maravilloso para ofrecernos una fábula moral en la que cierto tono kafkiano nos vincula con el absurdo del comportamiento humano. Aunque alejada de los ámbitos de la tradición popular, la impecable novela de Gálvez Ronceros nos vincula con las preocupaciones de un autor comprometido con la dignidad de los seres humanos.❧