
Una investigación hecha por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA halló un posible vínculo entre el campo magnético de la Tierra y el oxígeno presente en la atmósfera. Según el estudio, ambos elementos habrían evolucionado de forma paralela durante los últimos 540 millones de años. Ante esta situación, se planteó una hipótesis sobre una relación vinculada a un mecanismo geofísico o geoquímico que aún no es comprendido del todo.
Los datos analizados muestran que tanto la fuerza del campo geomagnético como la concentración de oxígeno aumentaron de manera significativa desde el inicio del período Cámbrico y presentaron un pico notable entre 330 y 220 millones de años atrás. Aunque los investigadores aún no determinan cuál influye sobre cuál, o si ambos dependen de un tercer factor.
"Este es el primer descubrimiento que hemos tenido para establecer el vínculo entre el campo geomagnético y el nivel de oxígeno", dijo el autor principal, Weijia Kuang, en declaraciones para el medio Live Science.
Los científicos recurrieron a dos conjuntos de datos independientes que abarcan los últimos 540 millones de años. Uno reflejaba los niveles de oxígeno en el tiempo, utilizando elementos como el carbón fosilizado en los sedimentos, vestigios que se forman tras incendios forestales. El otro documentaba la intensidad del campo geomagnético, a partir de huellas magnéticas preservadas en rocas y depósitos antiguos.
Al comparar ambos registros, los investigadores observaron una notable correlación: desde el inicio del período Cámbrico, hace más de 500 millones de años, el campo magnético y el oxígeno aumentaron en paralelo, con un repunte marcado entre los 330 y 220 millones de años atrás. Esto sugiere la exigencia de una conexión más profunda entre los procesos internos de la Tierra y las condiciones atmosféricas.
Los autores del estudio, Weijia Kuang y Ravi Kopparapu, afirman que comprender esta relación es clave para identificar los requisitos mínimos que permitirían la vida en otros mundos. Aunque aún no está claro si uno de estos factores influye directamente en el otro, o si ambos responden a un tercer fenómeno aún no determinado.
Si el campo magnético terrestre efectivamente influye en los niveles de oxígeno, su papel sería decisivo para preservar las condiciones necesarias para la vida. Al actuar como un escudo contra el clima espacial, este campo evita que las partículas solares erosionen la atmósfera, lo que ayuda a mantener estables las moléculas esenciales, incluido el oxígeno.
Además, protege a los organismos fotosintéticos —principales productores de oxígeno— de la radiación extrema, como los rayos X y la radiación ultravioleta, que podrían dañarlos o inhibir su desarrollo.
Por otro lado, si el oxígeno atmosférico influye sobre el campo magnético, el proceso se vincularía estrechamente con la dinámica interna de la Tierra. La tectónica de placas, al reciclar materiales de la corteza terrestre hacia el manto, podría modificar la composición química y térmica de esta capa intermedia. Esto, a su vez, afectaría la actividad en el núcleo externo líquido, donde se genera el campo geomagnético.

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