La investigación que se extendió por años, arqueólogos y autoridades estadounidenses lograron recuperar un tesoro pirata valuado en más de US$1 millón. El hallazgo incluye 37 monedas de oro extraídas de un naufragio en el Caribe, que data de hace más de 300 años. Este descubrimiento ha revivido el interés por los naufragios del siglo XVIII y sus secretos ocultos bajo el mar.
El tesoro forma parte de la Flota de 1715, una armada española que naufragó frente a la costa de Florida tras un devastador huracán. El reciente rescate involucra tanto a expertos en preservación histórica como a equipos de salvamento especializados, destacando la importancia del patrimonio cultural y los desafíos en su conservación.
PUEDES VER: Científicos descubren que la Tierra ha comenzado a partirse en dos y provocaría terremotos en todo el mundo
La Flota de 1715 zarpó el 24 de julio de ese año desde La Habana con destino a Sevilla, transportando cargamentos de oro y plata destinados al imperio español. Apenas una semana después, un huracán arrasó la flota, hundiéndola cerca de la actual Costa del Tesoro, en Florida. La magnitud de este desastre quedó enterrada bajo las olas hasta 1928, cuando William Beach descubrió el primer barco. Desde entonces, numerosos artefactos han salido a la luz, consolidando esta región como un epicentro arqueológico marítimo.
Las autoridades utilizaron informática forense para rastrear el tráfico ilegal del tesoro, vinculando a Eric Schmitt con la venta de las monedas robadas. Foto: Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida
El rescate de las monedas en 2015 despertó gran interés, ya que fue liderado por la empresa 1715 Fleet - Queens Jewels, LLC, cuyos operadores descubrieron un total de 101 monedas de oro. Sin embargo, la falta de informes precisos y el posterior robo de parte del tesoro dejaron una sombra de misterio y sospecha en torno a este episodio histórico.
La investigación que permitió recuperar las monedas robadas involucró a la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida y al FBI. Mediante técnicas de informática forense, los expertos rastrearon a Eric Schmitt, quien fue vinculado al tráfico ilegal de las monedas tras descubrirse datos almacenados en dispositivos electrónicos.
Las autoridades ejecutaron registros en propiedades privadas y cajas de seguridad, logrando localizar varias monedas. Además, identificaron a Schmitt mediante metadatos y geolocalización de imágenes tomadas en su residencia en Fort Pierce. Este operativo fue esencial para asegurar la devolución de las piezas a sus custodios legítimos y proteger este invaluable legado histórico.