Investigadores y científicos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), junto al fotógrafo Tom Vierus, lograron la primera fotografía de un ave que creía extinta y que no se había registrado en más de 50 años. Esta especie, considerada vulnerable por la Lista Roja de la UICN, es extremadamente esquiva y se encuentra únicamente en la isla de Nueva Bretaña, en Papúa Nueva Guinea. Este redescubrimiento ha generado un nuevo impulso para las acciones de protección de su hábitat.
El último registro oficial data de 1969, cuando se recolectó un espécimen que hoy reposa en el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. Aunque se habían reportado avistamientos sin evidencia fotográfica, esta es la primera vez que se obtiene una imagen clara del ave.
El azor de Nueva Bretaña y su redescubrimiento ha sorprendido tanto a científicos como a conservacionistas. Durante una expedición en marzo de 2024, Tom Vierus, fotógrafo establecido en Fiyi, capturó la imagen del ave sin darse cuenta de su relevancia. En un comunicado posterior, Vierus explicó que su objetivo era documentar la biodiversidad de Nueva Bretaña, acompañado por miembros de la comunidad local y de WWF. “Fue una gran sorpresa saber que esta foto parece ser la primera de esta 'especie perdida'”, declaró el fotógrafo.
Después de más de 50 años, el azor de Nueva Bretaña ha sido fotografiado por primera vez. Foto: Tom Vierus/WWF
El azor es conocido por ser muy difícil de avistar, incluso para los residentes de la región. Oscar Pileng, responsable del WWF en Pomio, confirmó que los líderes locales consideran la especie extremadamente rara y que su hábitat se limita al interior de la isla, lejos de las zonas costeras. Este descubrimiento subraya la necesidad urgente de proteger las especies que aún permanecen fuera del radar de los investigadores.
Este redescubrimiento científico tiene implicaciones directas en los esfuerzos por conservar especies en peligro. El azor, clasificado como vulnerable, se suma a una larga lista de especies que han logrado sobrevivir a pesar de las amenazas constantes a su hábitat. La confirmación de su existencia brinda una oportunidad única para los investigadores y organizaciones de conservación para desarrollar estrategias más efectivas que ayuden a garantizar su supervivencia a largo plazo.
El hábitat del azor, la cordillera de Nakanai en Papúa Nueva Guinea, es una de las regiones más biodiversas del mundo. Foto: Expedia
En el contexto de la próxima Conferencia de las Partes (COP16), que se celebrará en octubre de 2024 en Colombia, el gobierno de Papúa Nueva Guinea ha anunciado la revisión de su Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción. Este proceso podría incluir nuevas medidas para proteger especies como el azor de Nueva Bretaña y su entorno natural, con el objetivo de asegurar que no vuelva a desaparecer de la vista pública por otros 50 años.
El hallazgo del azor ha tenido un impacto significativo en las estrategias de conservación en Papúa Nueva Guinea. Los esfuerzos por proteger los bosques de la cordillera de Nakanai han recibido mayor atención, impulsando acciones coordinadas por diversas entidades y organizaciones internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
El fotógrafo y biólogo, Tom Vierus, fue la primera persona que logra fotografiar al azor desde 1969. Foto: TomVierus.com
Esto ha reavivado el debate sobre la importancia de la conservación de los bosques tropicales en todo el mundo. Papúa Nueva Guinea, con su rica biodiversidad, juega un papel clave en la lucha global contra la extinción de especies. Los científicos esperan que esta nueva evidencia del azor de Nueva Bretaña sirva como catalizador para mejorar las políticas de conservación y asegurar la protección de otras especies igualmente vulnerables en el país y más allá.
El ave habita en una de las zonas más biodiversas del planeta: la cordillera de Nakanai, una región de difícil acceso en Papúa Nueva Guinea. Este ecosistema único alberga una diversidad de flora y fauna, muchas de ellas aún desconocidas para la ciencia. Según estudios, la cordillera ha existido durante al menos 10,5 millones de años, permitiendo la evolución de especies endémicas como el azor.
Papúa Nueva Guinea es el hogar del tercer bosque tropical intacto más grande del mundo, solo superado por las cuencas del Amazonas y el Congo. Su biodiversidad es impresionante: más de 8.000 kilómetros de manglares, arrecifes de coral y atolones, así como sistemas fluviales que conectan los ecosistemas del interior con las zonas costeras. El redescubrimiento del azor de Nueva Bretaña refuerza la necesidad de mantener y proteger estos hábitats, evitando la degradación provocada por actividades humanas como la tala y la explotación de recursos naturales.