El ruido, definido como un sonido irritante y molesto para el oído, nos rodea todos los días. Lo experimentamos en nuestras pantallas, en el tráfico, en las discotecas, en los aeropuertos y en muchos demás ambientes. Sin embargo, una exposición a un ruido realmente intenso puede acelerar el proceso natural de la pérdida auditiva y, en ocasiones, incluso de manera irreversible.
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La intensidad del sonido se mide en decibeles (dB). Un susurro suave, por ejemplo, produce unos 30 dB; una conversación normal, unos 60 dB, y una motocicleta en marcha, unos 95 dB. Cuanto más prolongada sea la exposición, mayor será el riesgo de padecer sordera a través del tiempo, y cuanto más fuerte sea este sonido, este problema de salud ocurrirá en menor tiempo.
En ese sentido, como podrás imaginar, existen actividades y/o trabajos que incrementan un mayor riesgo de pérdida auditiva que otros porque sus empleados se encuentran expuestos a una mayor contaminación acústica. Así, por ejemplo, un carpintero o un fontanero tiene un mayor riesgo que una persona de oficina.
Sin embargo, ¿a los cuántos decibeles se considera que un ruido es realmente peligroso y a cuánta exposición, en términos de tiempo, el daño puede ser instantáneo e irreversible? Te lo explicamos a continuación.
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Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional sobre Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de los Estados Unidos, los niveles de sonido peligrosos son aquellos que superan entre los 70 y 85 dB, puesto que dañan la audición temporalmente en dos horas continuas aproximadamente.
Sin embargo, una pérdida auditiva irreversible sucede cuando una persona se expone a un ruido de una intensidad más de 120 dB, el cual produce dolor y una lesión de oído de inmediato. Una intensidad de ruido así se experimenta, por ejemplo, cuando uno se encuentra cerca al sonido de las sirenas de una ambulancia o a la explosión de unos petardos.
Según una investigación de 2014, publicada en la revista Indian Journal of Otology, la pérdida auditiva inducida por ruido es la causa más común de sordera y es uno de los trastornos laborales más comunes.