En enero de 1964, Randy Gardner, un joven estadounidense de 17 años, batió un récord que hasta ahora no logra ser superado por ninguna otra persona: permanecer despierto un total de 24 horas y 25 minutos; es decir poco más de 11 días.
El adolescente se propuso realizar este experimento como parte de un proyecto científico en su recinto de estudios, el Instituto de San Diego (California), sin saber los terribles efectos que este le provocaría.
La vigilia voluntaria de Gardner inició el 28 de diciembre de 1963.
Había convencido a Bruce McAllister y Joe Marciano, dos amigos suyos, para que lo ayudasen a pasar la mayor cantidad de horas posibles sin dormir y así superar a Tom Rounds, un hombre de Hawai que no había conciliado el sueño por 260 horas en 1959.
El joven estadounidense inició su insomnio voluntario como parte de un proyecto de ciencia en su instituto. Foto: captura de Youtube / Guinness World Records
Los métodos para mantener despierto a Gardner eran hacerle jugar basquetbol, darle de beber Coca-Cola, hacerle escuchar música a todo volumen y obligarle a ducharse cuando este parecía que iba a desfallecer, especialmente durante las noches, que eran los momentos más complicados.
Cada 6 horas, además, Gardner era sometido a pruebas para evaluar cómo evolucionaba su estado cognitivo.
“Si cerraba los ojos se dormiría inmediatamente”, señaló William Dement, un científico del sueño y profesor de la Universidad de Standford que se unió al experimento casero para monitorear las secuelas del joven en los últimos tres días de la vigilia, cuenta la BBC.
El insomnio voluntario de Gardner culminó el 8 de enero de 1964 en la Unidad de Investigación Neuropsiquiátrica Médica de la Marina de los EE. UU, donde fue internado el último día.
Tras ello, durmió 14 horas y 46 minutos y solo se levantó para ir al baño.
Gardner terminó internado en un hospital naval de Estados Unidos, donde monitorearon todos sus signos vitales. Foto: difusión
En un artículo escrito por Gardner en 2004, este contó que un inicio del experimento comenzó a perder la capacidad de concentrarse y coordinar los movimientos de su cuerpo.
Sin embargo, lo peor vino después del cuarto día, cuando empezó a experimentar cambios de humor y alucinaciones. Al sexto y séptimo día, ya tenía dificultad para hablar y arrastraba las palabras como si estuviese borracho, manifestó.
Asimismo, médicos de un hospital de Arizona identificaron que partes del cerebro de Randy habían sido "secuestradas"; es decir, mientras algunas partes de su cerebro descansaban y se reponían, otras se mantenían despiertas, contó la BBC.
Si bien después del experimento, Gardner recuperó sus patrones habituales de sueño, también declaró que comenzó a padecer insomnio.
A raíz de todas esas consecuencias, el Guinness World Records ya no monitorea activamente más experimentos de privación del sueño para no incentivar a que otras personas pongan en riesgo sus vidas.
En el siguiente vídeo, publicado por la institución de récords mundiales, puedes ver a Gardner en la actualidad y cómo lleva su vida ahora.