Se sabe que los planetas del sistema solar permanecen en armonía en el espacio y seguirán teniendo esa cualidad al menos durante millones de años. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que un ‘ligero’ cambio de la órbita de Neptuno podría desatar un caos irreparable.
Así lo han demostrado Garatt Brown y Hanno Rein, astrofísicos de la Universidad de Toronto, en un artículo publicado en la plataforma arXiv.
Una alteración significativa de las órbitas de cualquier planeta solo sería posible si un objeto de gran masa irrumpe en nuestro vecindario estelar. Por ejemplo, el paso cercano de una estrella vecina.
En esa línea, Brown y Rein aseguran que una perturbación de la órbita de Neptuno en apenas un 0,1% (una distancia equivalente a tres veces el espacio que separa la Tierra del Sol) podría iniciar el efecto dominó que acabaría con nuestro lugar en el cosmos.
Ambos científicos llegaron a esa conclusión luego de simular en computadora 2.880 escenarios en los cuales estrellas de distintas masas (y ubicadas a diferentes distancias con respecto al sistema solar) podían generar la inestabilidad.
Todas las simulaciones abarcaron un lapso de 4.800 millones de años tras el paso del cuerpo masivo.
Así determinaron que el desorden del sistema solar sería posible si la estrella visitante tiene una masa similar a la nuestra y si pasa a unos 37.000 millones de kilómetros de distancia.
Sin embargo, como sostiene Rein, la perturbación de la órbita de Neptuno no destruiría nuestro sistema estelar “de inmediato”, sino que iniciaría un proceso de inestabilidad que tardaría millones o miles de millones de años.
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Los resultados variaban entre colisiones planetarias o la expulsión de estos cuerpos fuera del sistema solar.
Por suerte, los investigadores señalan que el sistema solar se encuentra en un área relativamente vacía en el cosmos, por lo que una catástrofe así solo sucede una vez cada 100.000 millones de años.