Aunque hasta el momento sabemos que la respuesta inmune de personas vacunadas y recuperadas de COVID-19 las protege de una posible enfermedad grave asociada a la variante ómicron del coronavirus, los epidemiólogos han hecho un llamado a la cautela porque la situación sanitaria sería más incierta aún si las campañas de vacunación no avanzan en los países de escasos recursos económicos.
Probablemente, el virus se volverá endémico; en otras palabras, mantendrá picos más altos de contagios en épocas fijas. Por ejemplo, los casos podrían aumentar en invierno, como se da con cualquier infección respiratoria. A raíz de que aparentemente el linaje ómicron es menos mortal —pese a su alto rango de transmisibilidad—, no se puede evitar pensar en un inicio de inmunidad colectiva a estas alturas de la pandemia.
El ministro francés de la Salud, Olivier Véran, se animó a declarar que tal vez esta era la última variante (de preocupación), porque, de seguro, ya estamos adquiriendo algún tipo de resistencia. Sin embargo, este optimismo se ve un tanto opacado por la adquisición de dosis de refuerzo en detrimento de otros sectores del mundo, en donde ni siquiera el 10% de la población ha recibido alguna vacuna. Rcordemos el caso de África.
Tyra Grove Krause, epidemióloga principal del Instituto Estatal de Sueros de Dinamarca —país golpeado por las incesantes infecciones—, comunicó que el riesgo de hospitalización por ómicron es la mitad comparado con la variante delta.
Variante ómicron del SARS-CoV-2 (en rojo) infectado con tejidos bronquiales humanos. Foto: University of Hong Kong
“Esto ha dado a las autoridades danesas la esperanza de que la pandemia de COVID-19 en Dinamarca podría terminar en dos meses”, se atrevió a decir la experta, causando la sorpresa de todos.
Pese a que la ola actual golpeará a Dinamarca, país escandinavo que registró un promedio de contagios de 20.886 en la semana anterior, una de las tasas de incidencia por millón de personas más altas de Europa, Grove Krause mantuvo su postura basada en su investigación, según la cadena Danish TV 2.
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Por su lado, el epidemiólogo Arnaud Fontanet le dijo al periódico francés Journal du Dimanche que, a la larga, el SARS-CoV-2 solo provocará resfriados y dolores de garganta cada un invierno, pero no hay fecha específica para llegar a esa proyección.
Otros especialistas difieren de estas declaraciones y no dan mayores matices sobre el futuro. Samuel Alizon, investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) del país galo, incidió en que el haber acumulado cinco variantes preocupantes en el 2021 (alfa, beta, delta, gamma y ómicron) hace difícil pensar en un buen augurio. Añadió que es “excesivamente optimista” creer que en el 2022 no se presentará una situación similar.
Variantes preocupantes actualmente designadas por la Organización Mundial de la Salud. Fotocaptura: OMS
“Según nuestras previsiones, aunque la pandemia disminuya a partir del 15 de enero, la virulencia de ómicron sea un tercio de la de delta y todas las personas vacunadas reciban un refuerzo, los servicios de cuidados intensivos estarán bajo una gran presión en febrero”, afirmó Alizon, esclareciendo que la inmunidad de rebaño permanece en un pedestal de incertidumbre.
Por ahora, los gobiernos se ven obligados a preocuparse por la eficiencia de los sistemas hospitalarios, sobre todo cuando patologías invernales amenazan con sumarse a estos tiempos sin brújula.