El alba del sábado 25 de diciembre nos regaló un despertar de antología: el mundo entero alzaba las manos como un gesto de despedida al telescopio espacial James Webb, que dejaba la Tierra para comenzar su misión de observar la infancia del universo y narrarnos sus orígenes, como si se tratara de una máquina del tiempo.
Para sorpresa de muchos, la mediática sonda lanzada desde Puerto Espacial de Kourou en la Guayana Francesa ya tiene un colosal sucesor: Luvoir (Topógrafo infrarrojo óptico ultravioleta grande, en español), otro impresionante observatorio en etapa de concepto bajo el liderazgo del Goddard Space Flight Center (NASA) y el Equipo de Definición Científica y Técnica (STDT).
LOVUIR pertenece a un grupo de cuatro estudios de concepto que empezaron en el 2016. El equipo de ingeniería de esta futura sonda ha analizado el estudio de dos proyectos paralelos: Luvoir-A, con un espejo de 15 m y 120 segmentos planos hexagonales; y Luvoir-B, se dotaría de uno de 8 m y 55 piezas homogéneas. Además, el dispositivo podrá observar a través de diferentes longitudes de onda: ultravioleta (UV), infrarrojo cercano y luz visible.
Una comparación directa a escala entre los espejos primarios de HST (Hubble), JWST (James Webb) y los dos LUVOIR (A y B). Foto: NASA Goddard: División de Ciencias de la Astrofísica
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El diseño de Luvoir-A contaría con un peso de 30 toneladas, una envergadura casi cinco veces mayor a la de James Webb, de 6,2 toneladas. Según Ana Inés Gómez de Castro, del Joint Center for Ultraviolet Astronomy en la Universidad Complutense de Madrid, su calidad óptica le permitirá operar a un rango de 100 nanómetros (uno de ellos equivale a la millonésima parte de un milímetro).
Armado con herramientas 100 veces más potentes que el Hubble, orbitará el Sol a 1,6 millones de kilómetros de la Tierra, en el punto dos de Lagrange (L2), sector de equilibrio gravitatorio entre la Tierra y el astro rey, donde ya está ubicado el telescopio espacial James Webb.
Su financiación, por otro lado, fluctuará entre los US$ 13.000 millones y US$ 16.000 millones. Estaría investigando el cosmos durante cinco años y se espera que el alargamiento de su ‘vida útil’ le dé cinco años adicionales.
En el siguiente material visual se aprecia cómo LOVUIR se irá desplegando en el espacio, animación que en su momento se aplicó a James Webb cuando distinguimos su panel solar, antena de comunicaciones, el parasol, sus dos espejos, entre otras escenas:
Dependiendo del tamaño elegido, Luvoir-A o Luvoir-B, variará el vehículo de lanzamiento. Si se apuesta por el primero, el SLS Block 2, un proyecto de cohete propuesto por la NASA (supera la funcionalidad del SLS Block 1B), será el indicado porque las dimensiones del plegado coincidirán. De otro modo, el proceso sería imposible.
La versión de carga de un Starship (SpaceX) —otra de las opciones— se colocaría ‘a los hombros’ al pesado observatorio, y el New Glenn de Blue Origin podrá enviar el Luvoir-B, la versión pequeña, fuera de nuestro planeta en caso de que sea seleccionada.
A la izq., el SLS Block 1B con el LUVOIR-B plegado en su interior; a la der., SLS Block 2 con el LUVOIR-A compactado. Foto: LUVOIR
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Según la web oficial de Luvoir, el futuro telescopio de la NASA se centrará en cinco puntos de interés:
Caracterización espectral de planetas. Pese a estar reflejados por luces débiles, el telescopio LUVOIR logrará analizarlos. Fotocaptura: LUVOIR
Los aparatos sofisticados que han sido estudiados para que Luvoir los lleve consigo son:
Gracias a los instrumentos de LUVOIR-A, así se vería el sistema solar a una distancia de 41 años luz. Foto: LUVOIR
Luvoir se convertiría en realidad en el 2039 o 2040, como calculan los ingenieros de la misión, aunque por lo experimentado con James Webb no se descartan periodos de aplazamiento. Esto nos demuestra que la astronomía tomará siempre nuevos aires, impulsos indispensables para avanzar a pasos agigantados y averiguar, finalmente, la posición de la humanidad respecto al todo que lo rodea.