La reciente aparición de variantes preocupantes del SARS-CoV-2 impone la necesidad de enfoques innovadores que enfrenten la replicación y mejoren la inmunidad de las personas. El Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos), mediante su panel interactivo de la pandemia, hasta este miércoles 14 de junio, registró más de 188 millones de infecciones en el mundo y 4 millones de muertes a causa de la COVID-19.
En esa búsqueda urgente de ir construyendo barreras contra el coronavirus, para sumarlas a los procesos de vacunación, investigadores del Programa de inmunología del cáncer en el Peter MacCallum Cancer Center (Australia) y otras instituciones afines han usado una herramienta de edición genética denominada CRISPR-Cas13b, que evita la replicación del SARS-CoV-2 en las células humanas.
Los resultados están publicados en la revista Nature Communications.
La enzima CRISPR-Cas13b corta las cadenas simples del ARN, a diferencia de Cas9, la cual escinde el ADN mediante bioingeniería.
Precisamente, por el descubrimiento de las tijeras genéticas CRISPR/Cas9 en 2012, la microbióloga francesa Emmanuelle Charpentier y la bioquímica estadounidense Jennifer Doudna recibieron el Premio Nobel de Química 2020: por primera vez en la historia, dos mujeres obtenían este galardón de ciencias.
El método Cas13b funcionaba también al probarlo en nuevas mutaciones en el genoma del SARS-CoV-2, como en Alfa, la surgida en el Reino Unido.
“Este enfoque, probar y tratar, solo sería factible si tenemos un antiviral barato, oral y no tóxico. Eso es lo que esperamos lograr algún día con este enfoque de tijeras genéticas”, declaró la Dra. Sharon Lewin, del Instituto Peter Doherty para Infecciones e Inmunidad de la Universidad de Melbourne.
El estudio relacionado a la COVID-19 se ha realizado, por ahora, en un entorno de laboratorio, así que podrían tardar años en desarrollar todos los pasos de elaboración. Según la agencia AFP, los investigadores empezarán a hacer ensayos clínicos.
La tecnología CRISPR no solo apunta a solucionar un gran porcentaje del desastre sanitario por la pandemia de coronavirus, sino también a mejorar terapias contra el cáncer o el VIH (Virus de la inmunodeficiencia humana).