El 26 de mayo, el presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera Huarache, reiteró la advertencia de que en la costa central peruana se producirá un sismo de 8,5 grados de magnitud, ya que en esta región sudamericana se están concentrando deformaciones que no son liberadas desde el año 1746.
Sin embargo, esta información no corresponde a una alerta reciente, porque se viene difundiendo, año a año, desde el 2017. Prueba de ello es que existe un gran volumen de documentos técnicos alojados en servicios de estadística especializada del Gobierno, según Tavera Huarache, quien dio detalles en una entrevista con La República el mes pasado.
“El sismo podría ocurrir pronto, en 30 o tal vez en 50 años. La naturaleza no lo va a dejar de lado (...). El terremoto no se puede predecir, pero sí pronosticar; es decir, en algún instante indeterminado sucederá”, enfatizó el también doctor en Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid.
Hernando Tavera explicó los riesgos de afrontar un terremoto de tal envergadura en el Perú mediante una reunión con 1.800 representantes vinculados a la Organización de los Estados Americanos (OEA), en un ejercicio de simulación de la Junta Interamericana de Defensa de Organismos del Hemisferio.
Tavera Huarache se ha dedicado más de 30 años al estudio y la investigación sismológica en el Perú y Latinoamérica. Foto: Andina
La exposición virtual basada en una evaluación de carácter científico, en la cual participó el Dr. Tavera, quien es jefe del IGP desde mayo de 2017, no tuvo la intensión de alarmar a la población, sino de mostrar los posibles escenarios de grandes sismos que podrían generarse a lo largo del borde occidental de las Américas.
“La OEA tomó la información para ver cómo se puede dar el apoyo entre países o hacer una gestión que atienda la situación que se presentará”, acotó.
El experto contó que el IGP, organismo adscrito al Ministerio del Ambiente, colocó sensores de GPS en la costa peruana para detectar el movimiento de las placas y así obtener datos precisos.
“Esos GPS nos han dicho que las placas de la región norte avanzan lentamente, pero en la región centro están trabadas. Es más, la zona costera está retrocediendo. Si se desplazara todos los días, no habría riesgo de sismos. Con los datos GPS, averiguamos las dimensiones de esta área trabada, entre la superficie de contacto de la placa de Nazca y la placa sudamericana. En función a eso y utilizando otras herramientas tecnológicas, estimamos que el sismo debe superar la magnitud de 8.5″, declaró.
Más adelante, el ingeniero geofísico de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA) de Arequipa conversó con este medio acerca del Sistema de Alerta Sísmica Peruano (SASpe), el cual beneficia —hasta la fecha— a más de 18 millones de ciudadanos, 10 regiones, 76 provincias y 669 distritos.
Estación SASpe Angostura, Arequipa. Foto: IGP
Templado de la malla del Sistema de Alerta Sísmica Peruano en la costa del país. Foto: IGP
Dijo, además, que los sensores del proyecto, elaborados cada vez con mayor sensibilidad, se colocan también en la zona costera, y que países como México y China siguen encaminando sus propios sistemas de alerta.
“No podemos ponerlos, por ahora, en los fondos oceánicos. El presupuesto es demasiado elevado, por lo que se verá en una siguiente etapa”, manifestó el experto.
“Estos sensores serán alimentados por algoritmos. Cuando reciban la onda sísmica, analizarán de forma automática las características de esta señal. Si es un sismo grande, se envía una alerta a toda el área que circunda el sensor. Las ondas se propagan, en promedio, a 6 km/s; y la comunicación por radio lo hace por encima de los 300 km/s. Entonces, usamos esa ventaja y alertamos a la población”, sostuvo Hernando Tavera.
El IGP mapea zonas para la instalación correcta de sensores que detectan sismos. En este caso se muestra La Punta, en el Callao. Foto: IGP
Luego, Hernando Tavera mencionó que las personas pierden la vida principalmente cuando su vivienda colapsa. Esos segundos valiosos de aviso —mediante la citada comunicación radial— servirán para que la población bien preparada salga a campo desierto y proteja su vida, dijo el jefe del IGP.
Si este sistema hubiese funcionado en 2007, la alerta para Lima, a 250 km de distancia, hubiera llegado con 35 o 40 segundos de anticipación. Para Pisco, habría demorado tres o cuatro segundos. Hacia Ica, unos seis o siete segundos.
El proyecto abarca el periodo 2020-2021 y se está implementando con sirenas distribuidas en áreas urbanas. Tiene cuatro componentes, según el especialista:
Indeci ya ha empezado, antes de la pandemia, a dirigir simulacros para sismos de 8,5 grados de magnitud. A la vez, ha generado documentos técnicos de gestión de riesgos.
Al ser consultado por la preocupación de la gente para capacitarse a fin de menguar los daños que causaría un eventual terremoto, el ingeniero geofísico aseguró tajantemente que aún nos falta interiorizar la cultura de prevención.
“Ha habido un adelanto en la ciencia y tecnología, sí, pero las personas no responden de manera adecuada. Seguimos invadiendo zonas de alto riesgo por el tipo de suelos”, dijo.
De inmediato, cerró su idea con un dato en tintes reflexivos: “Lo preocupante es que, según estadísticas de simulacros, a un 70% de la población le es indiferente una capacitación por varios motivos. Esa es la realidad. La antigüedad de las viviendas en Lima y Callao nos lleva a pensar en que la situación será crítica”.