La flecha del tiempo va desde el pasado hacia el futuro; por lo tanto, en un ejercicio sencillo de lógica, la consecuencia no ocurre previo a la causa de algún fenómeno. Por ejemplo, no veremos a un edificio ser demolido antes de su construcción o a un vaso roto recomponiéndose hasta llegar a la mano de quien lo dejó caer. No obstante, esa visión del comportamiento de la materia podría ser diferente, ya que se está planteando un modelo distinto que explique la realidad.
Retando a esa convención científica, el físico británico Julian Barbour, entusiasta de la gravedad cuántica y exprofesor de la Universidad de Oxford, describió al Big Bang no como el origen del tiempo, sino como “un punto medio a partir del cual se desarrollan dos partes de un universo, que corren en direcciones opuestas”, según un artículo subido a New Scientist, apoyado en las ideas principales de su libro El punto Jano: una nueva teoría del tiempo.
La dificultad de este postulado es que para comprobarlo necesitamos detectar la otra mitad del universo donde el tiempo se manifiesta al revés o de la manera que fuese. “Está allí como consecuencia de una ley fundamental de la naturaleza”, insiste el experto.
Julian Barbour ilustra su idea de las dos caras de universo con la figura de Jano, el dios romano de los principios y los finales que mira en direcciones opuestas. Foto: Karol Jalochowski / BBC
Barbour explica que la idea de un tiempo que mira hacia adelante se relaciona a la entropía, tendencia del universo hacia el desorden asumida por los físicos. La segunda ley de la termodinámica así lo sugiere: en un sistema cerrado, dicho caos aumentará por el equilibrio térmico.
Sin embargo, el cosmos permanecería abierto porque se expande debido a los rezagos del Big Bang o gran explosión. Bajo esa premisa, la entropía se impondría de una forma distinta, comenta el investigador de 84 años.
Para Barbour, entonces, el crecimiento de la estructura del universo se origina por una complejidad, una evolución del sistema de partículas que sustituye a la entropía y le brinda dos caras —como las del dios de la mitología romana Jano— a la aparición del tiempo.
Más adelante, consideró que resolver este enigma responderá a las preguntas sobre la gravedad cuántica, física teórica que unificaría a la relatividad general de Albert Einstein y la mecánica cuántica.
Aún yendo más lejos, dicha fusión prescindiría de la teoría de cuerdas, difundida por el físico estadounidense Michio Kaku, cuya esencia indica que todo lo que nos rodea son estados vibracionales de cuerdas o filamentos dimensionales.