Científicos del Reino Unido han encontrado una relación entre la variante del coronavirus B.1.1.7, detectada por primera vez en ese país, y una mayor letalidad. Según explican los expertos en un documento reciente, publicado el viernes 12 de febrero, es probable que esta variante esté ligada a un mayor riesgo de muertes y hospitalizaciones en comparación con otros linajes.
“El panorama general es de algo así como un aumento del 40 al 60 por ciento en el riesgo de hospitalización y el riesgo de muerte”, declaró para The New York Times Neil Ferguson, epidemiólogo y asesor científico del Gobierno británico.
Desde que se recogió la primera muestra de la variante B.1.1.7, en Kent, el sur de Inglaterra, se han registrado casos en al menos otros 82 países. Los científicos consideran que su capacidad de transmisibilidad es entre un 35% y 45% más que el virus original. Sin embargo, su relación con una mayor letalidad no está del todo clara.
Algunos especialistas suponen que los infectados por esta variante pueden tener cargas virales más altas, algo que puede empeorar la gravedad de la enfermedad, hacer que el virus sea mucho más contagioso o incluso afectar la efectividad de ciertos tratamientos.
Las muertes por COVID-19 en Gran Bretaña ascienden a aproximadamente 117.000. De estas, la mitad se registraron desde finales de noviembre, a medida que la nueva variantes se propagaba por el país.
“Esto ha sido bastante catastrófico en términos de mortalidad. Y eso es el resultado tanto del aumento de la transmisibilidad como del aumento de la letalidad”, precisó el Dr. Ferguson.
Un estudio preimpreso elaborado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres estimó que la variante B.1.1.7 tiene un riesgo de muerte del 58% por encima de otros linajes. Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron un total de 3.382 muertes, de los cuales 1.722 pertenecían a dicha variante.
“Estimamos que el riesgo de muerte entre los casos de SGTF (elemento utilizado para identificar la variante B.1.1.7) es un 58% más alto que entre los casos sin SGTF después del ajuste por edad, sexo, etnia, nivel de privación, residencia del hogar de ancianos, autoridad local de residencia y fecha de la prueba”, escribieron los autores.
Por ejemplo, para el grupo de hombres entre 55 a 69 años, el riesgo de muerte se elevó del 0,6% al 0,9%. Mientras que en las mujeres de ese mismo grupo etario, el riesgo general de muerte pasó del 0,2% al 0,3%.
Muge Cevik, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de St. Andrews en Escocia y asesor científico del Gobierno británico, agregó al respecto que, aunque considera que los resultados son genuinos, todavía existen limitaciones para comprender y afirmar que la variante B.1.1.7 ocasiona un mayor riesgo de muerte.
“Hay otras explicaciones de esta mayor gravedad”, entre ellas que la variante puede “transmitirse de manera desproporcionada en entornos con personas más frágiles”, como los asilos de ancianos, porque es más transmisible, refirió.