Los datos de los satélites Copernicus Sentinel y Aeolus muestran las grandes cantidades de partículas de polvo del desierto del Sahara (norte de África), que el viento traslada durante esta temporada a través del océano Atlántico hasta América, según ha informado la Agencia Espacial Europea (ESA).
La ESA le ha puesto el nombre de ‘Godzilla’ a esta gigantesca masa de polvo, que generalmente se forma entre fines de la primavera y principios del otoño, alcanzando su punto máximo a fines de junio hasta mediados de agosto. En esta época, grandes cantidades de partículas de polvo del desierto africano son arrastradas hacia el aire seco por fuertes vientos cerca del suelo, así como tormentas eléctricas.
Aunque este fenómeno meteorológico se observa todos los años, la ESA señala que el ocurrido en este 2020 es “inusual” debido a su tamaño y la distancia recorrida. Según el Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico Atlántico de la NOAA, el penacho de polvo era alrededor del 60 al 70 por ciento más polvoriento que un brote promedio, lo que lo convierte en el evento más polvoriento desde que comenzaron los registros hace unos 20 años.
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Normalmente, las columnas de polvo del Sahara se dispersan en la atmósfera y se hunden en el Atlántico antes de llegar a las Américas. Sin embargo, este año la densa concentración de polvo viajó aproximadamente 8.000 kilómetros y llegó a la parte superior de Sudamérica, el Caribe y el sur de los Estados Unidos.
Aunque el polvo representa una amenaza para la salud, provocando cielos nublados y activando alertas de calidad del aire, la ESA asegura que el polvo sahariano que viaja “juega un papel importante” en el ecosistema. Así, afirma que el polvo es una fuente importante de nutrientes que son esenciales para el fitoplancton: plantas marinas microscópicas que flotan en o cerca de la superficie del océano.
Además, algunos de los minerales del polvo caen al océano, provocando la formación de flores de fitoplancton en la superficie del océano, que a su vez proporciona alimentos de los que depende otra vida marina. El polvo también es esencial para la vida en la Amazonía, ya que repone los nutrientes en los suelos de la selva tropical, nutrientes que de otra forma se agotarían con la lluvia frecuente en esta región tropical.
Polvo del Sahara pasando por Cabo Verde este 2020. Imagen: ESA.
También se ha demostrado que las capas de aire seco y polvoriento suprimen el desarrollo de huracanes y tormentas en el Atlántico, debido a que las tormentas tropicales necesitan cálidas aguas oceánicas y aire cálido y húmedo para formarse.
“Si se desarrollara una tormenta, colisionaría con las capas de aire seco y polvoriento de la nube de polvo del Sahara, evitando que crezca más”, concluye la Agencia Espacial Europea.
Con información de Europapress.