Una de las razones por las que los virus no son considerados seres vivos es que no pueden reproducirse por su cuenta, ya que requieren infectar células para multiplicarse. El coronavirus COVID-19 hace esto a una escala abrumadora en el ser humano, y se ha propagado con tal facilidad que en poco más de dos meses se convirtió en una pandemia.
En busca de nuevas vías para frenar al virus, un equipo de la Universidad de Lübeck utilizó el acelerador de electrones BESSY II de Berlín, que se usa como fuente de rayos X, para descubrir la arquitectura tridimensional de la proteína que permite al SARS-CoV-2 replicarse desmesuradamente.
“La función de una proteína está estrechamente relacionada con su arquitectura 3D (tridimensional). Si se conoce esta arquitectura 3D, es posible identificar puntos específicos para ser atacados por sustancias activas", escriben los autores.
La proteína en cuestión es la principal proteasa viral (M pro o 3CL pro), la cual fue iluminada por los brillantes rayos X del acelerador. Los investigadores vieron con detalle los cristales proteicos y lograron conocer su forma tridimensional, así como vemos las cosas a nuestro alrededor.
Con la ayuda de programas informáticos, pudieron calcular la forma compleja de la molécula de proteína y su densidad electrónica.
El equipo dirigido por Rolf Hilgenfeld destaca que los resultados de su estudio, publicados en la revista ‘Science’, permitirá desarrollar ingredientes activos que apunten específicamente a puntos débiles de la macromolécula y estropeen su función. En otras palabras, detener la extraordinaria capacidad de multiplicación del virus.
En 2003, el mismo Hingenfeld desarrolló un inhibidor contra este tipo de virus, precisamente el coronavirus que causó la pandemia de SARS en aquella época. Asimismo, en 2016, una investigación suya logró desentrañar una enzima del virus del Zika.
El reciente hallazgo podría acelerar el desarrollo de nuevos medicamentos que combatan efectivamente al nuevo coronavirus.