¿Servía o no soplar los cartuchos de Nintendo para que funcionen?
Es una de las leyendas más conocidas de las consolas; sin embargo, continúa siendo una incógnita para muchos.
La Super Nintendo, así como otras consolas de videojuegos basados en cartuchos (NES, Sega Genesis, N64 o hasta la propia Atari), se quedaron grabadas en la mente de millones de jugadores que las disfrutaron en su infancia. Muchas de esas experiencias ya no se pueden repetir con las plataformas actuales, y uno de los grandes rituales de por entonces era la costumbre de soplar cartuchos. ¿Para qué servía eso? ¿Era cierto que ayudaba a que los juegos funcionasen? Aquí te daremos todas las respuestas.
Soplar cartucho: gesto universal
El soplar un cartucho de SNES, NES u otra consola no es para nada un fenómeno local ni regional. Se trata de una práctica que se popularizó en todo el mundo, aunque no se tiene certeza de su origen ni de a quién se lo ocurrió primero.
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La leyenda urbana más conocida del gaming
La costumbre de soplar los cartuchos puede remontarse a los primeros años del gaming, pero es probable que se haya popularizado a fines de los años 80, cuando la NES logró convertirse en la consola del momento.
Con la NES (la primera consola de Nintendo) los cartuchos podían dejar de funcionar repentinamente, debido a que esta plataforma usaba un mecanismo de inserción mediante fuerza nula (ZIF), lo que significa que, en teoría, podíamos insertar los juegos con poca fuerza, a diferencia de otros sistemas como Atari (en la que teníamos que presionar el cartucho para que entre).
Soplar los cartuchos se convirtió en una práctica hecha en casi todo el mundo. Foto: La voz de muro
El sistema no era perfecto, y muchos usuarios de la NES notaron que, poco a poco, el mecanismo ZIF se soltaba y la acción se volvía elástica. Esto provocaba que los conectores se desgasten rápidamente y, una vez que lo hacían, el contacto con el cartucho era más difícil.
Manual original de NES indicando cómo insertar el cartucho con su moderno pero delicado sistema. Foto: Nintendo
Este dilema era común y, si lo acompañábamos con malas prácticas, como no guardar correctamente los cartuchos, lo más normal era que la NES falle en algún momento. Fue en este punto donde muchos comenzaron a soplar sus juegos. Aunque no hay una sola respuesta aparente de por qué esto funcionaría, la razón más citada es que hacerlo quitaría el polvo del mecanismo.
Muchas otras personas opinaban que soplar haría que esas pequeñas manchas en los conectores de cobre de los cartuchos estén más limpias y puedan conectarse mejor al sistema. Lo cierto es que es probable que no hayan sido manchas de polvo, sino oxidación.
¿Por qué funcionaba?
Si era tan inútil soplar cartuchos, ¿por qué lo hacíamos? La respuesta es algo insólita y no se aplica necesariamente a todos los casos. Lo probable es que, ya que soplar los cartuchos implicaba quitarlo del sistema y volverlo a colocar, muchos de estos intentos hayan desembocado en una mejor conexión con los pines de la consola.
El acto de soplarlos se relacionaba a la solución.
Algunos experimentaron incluso concluyeron que las partículas de saliva resultantes de los soplidos pueden afectar los cartuchos. Foto: Mott
¿Por qué seguimos haciéndolo?
El mito de soplar los cartuchos no es nada nuevo, y ya hace décadas que diversos videos en YouTube y hasta documentales han demostrado que técnicamente no funciona. Sin embargo, la práctica se ha quedado bien arraigada en muchas personas. Es probable que, si se te antoja jugar con una consola vieja en algún momento, pruebes soplar el cartucho si este no funciona, aunque sea por costumbre. ¿Por qué?
Esta misma pregunta se hicieron en el canal de YouTube de PBS Digital Studio. En uno de sus episodios, los creadores analizaron las razones científicas de este comportamiento y concluyeron que, si soplamos cartuchos aun sabiendo que no funciona, es por dos razones: un patrón de reconocimiento en nuestro cerebro y la parcialidad de confirmación.
¿Qué significa esto? Que soplar cartuchos luce perfectamente como una solución ‘lógica’ para nuestro cerebro. Además, si lo sumamos a los casos donde supuestamente sí funciona, pues se genera una confirmación tan satisfactoria en nuestra mente que simplemente nos cuesta dejar la acción.