Mario Vargas Llosa recibe homenaje de colegio militar. Escritor y Nobel peruano fue recibido en el Fuerte Rafael Hoyos Rubio, ubicado en el Rímac. Pedro Escribano. “¡Cuatro!–dijo el Jaguar”, así, con estas primeras palabras prestadas de La ciudad y los perros para un poema dedicado a Mario Vargas Llosa, el cadete Carlos Tufiño del Colegio Militar Leoncio Prado, casi calcinado por el sol, comenzó a recitar a viva voz frente al escritor en el homenaje que este centro educativo y la Región Militar del Centro le brindó ayer al Nobel peruano. Toda estaba dispuesto. Legiones de cadetes y soldados cubrían propiamente el gran patio donde se había levantado un podio para recibir al autor de El sueño del celta. Esta ceremonia, por un lado, era el reconocimiento a un ex alumno que había alcanzado el Nobel de Literatura y por otro, especulamos, una suerte de reconciliación con el Colegio Militar y el Ejército Peruano. Atrás quedaba esa verdad o leyenda que en el patio del CMLP se quemó La ciudad y los perros. Vargas Llosa, flanqueado por el coronel David Ojeda Parra, director del CMLP, y el general de División Juan Urcariegui Reyes, comandante general de la Región Militar de Centro, recibió el saludo de los cadetes y de sus compañeros de la séptima promoción, a la que pertenece el laureado novelista. Un agente literario Palabras de protocolo, pero también de recuerdos, como las de su amigo de promoción Víctor Flores Fiol, hicieron que Vargas Llosa recuerde con cariño pasajes de su vida en el citado colegio. “Luego de las cálidas palabras de Víctor Flores Fiol, gran amigo y compañero de mis años de cadete, que fue, quién lo hubiera dicho, mi primer agente literario, que promovió mis primeros escritos entre los cadetes, y no solo con habilidad, sino con verdadero genio administrativo. Muchas gracias, Víctor. Confesaré que cuando oí a Víctor evocar los días que pasamos en el colegio comencé a inquietarme, pero felizmente se mantuvo en el límite de la formalidad y no contó todo lo que podría contar” (risas). Por otro lado, no dejó de mencionar qué le había enseñado el Colegio Leoncio Prado, para él, un crisol de todo lo que es el Perú. “Desde luego –dijo Vargas Llosa– las esperanzas, los anhelos, las ilusiones, pero también los rencores, la incomprensión, los resentimientos que esa fragmentación del país generaba y hacía que el subsuelo de nuestra patria fuera un volcán pronto a erupcionar. Fue una experiencia extraordinaria conocer el Perú en su diversidad, en su extraordinaria riqueza, pero también en su enorme problemática”. “El Colegio Militar –agregó– me dio unas experiencias no siempre positivas, también algunas profundamente negativas, pero que me hicieron entender mucho mejor que antes lo que era la vida y cómo la vida no era para nadie un lecho de rosas, sino que junto a las rosas había obstáculos, conflictos, había frustraciones, había injusticias, y que todo eso constituía el ámbito en el que el ser humano debía vivir, trabajar y salir adelante. Esas experiencias fueron tan fuertes que se convirtieron en la materia prima de mi primera novela: La ciudad y los perros”. Como se recuerda, La ciudad...fue una papa caliente para esta institución educativa. El mismo Vargas Llosa lo recordó y aclaró. “Hubo, naturalmente, cuando la novela apareció, alguna incomprensión. Hubo críticas, se vio en ella no una obra de creación, sino un panfleto, una diatriba contra el Colegio. Afortunadamente, creo que con los años que han pasado, con la historia que ha tenido La ciudad y los perros y con la apertura que ha tenido nuestro espíritu para lo que es la creación literaria y la cultura en general, nadie puede pensar semejante cosa”. Comentó que esa novela describe una experiencia juvenil, una experiencia que seguramente han vivido otros jóvenes de otros planteles y de otras culturas. Todas las sangres Y habló del Perú, citó a Arguedas y alabó nuestra naturaleza diversa: “El Perú puede decir con gran orgullo que no tiene una identidad porque las tiene casi todas. Por eso el Perú, así como el Leoncio Prado es un espejo de la sociedad peruana, el Perú es un espejo del mundo y eso es una extraordinaria riqueza”. La ceremonia llegó a su fin y el escritor agradeció el homenaje no solo como ciudadano, sino también “como el cadete leonciopradino que nunca he dejado de ser”. Datos Ceremonia. Se llevó a cabo a las 11 del día de ayer en el Fuerte Rafael Hoyos Rubio porque el Colegio Militar está en remodelación. Como si fuera ayer. Participaron, además de actuales cadetes, también sus viejos compañeros de carpeta y amigos de la séptima promoción (Asociación Leonciopradina) a la que pertenece.