La actriz de tv y teatro tiene en la pintura otra forma de expresarse y ganar dinero. Ella expone sus obras en índigo, galería que hasta el 10 de noviembre participa en la II semana del Diseño en san isidro. La actriz de tv y teatro tiene en la pintura otra forma de expresarse y ganar dinero. Ella expone sus obras en índigo, galería que hasta el 10 de noviembre participa en la II semana del Diseño en san isidro. Por Juan Álvarez Morales. Foto: Verónica Calderón –Cécica, tu padre es pintor, grabador, escultor. ¿Eras la niña que se metía al taller de papá? –Sí, pero igual paraba metida en el teatro o la televisión, por mi mamá. –¿Y tu padre era de los que permitían tus juegos allí? –Sí. Me daba arcilla para que haga muñequitos, aunque siempre con cuidado para que no vaya a romper una escultura. Pero pasaron los años y al final me decidí por la actuación, que es mi pasión. –Elegir entre la actividad de mamá o de papá debió ser duro. –En realidad, yo fui quien desde chica pidió acompañar a mamá. –¿Y qué dijo tu padre? –Nada porque sabía que para mí la pintura era solo un juego, por eso no la estudié como carrera (aunque después, siendo actriz, me decía que debí hacerlo). –Sin embargo, quienes ven tus cuadros y pinturas creen que eres una profesional... –Sí, pero en realidad soy autodidacta. No tengo ninguna pretensión. Yo me muevo por la pasión. –¿Qué te motivó a incursionar en la pintura? –Soy una persona muy creativa y eran épocas en las que no tenía trabajo como actriz, pero yo necesitaba crear. Encontré en la pintura otro modo de expresarme. –¿Y con qué empezaste? –Con cuadros como ese (señala uno) y con cerámica utilitaria. –¿Los hiciste en el taller de tu papá? ¿Cómo te recibió él? –Bien. Pero solo lo invadía de vez en cuando porque no me gustaba hacerlo. Un artista quiere estar solo en un espacio para crear y si siente cerca una persona extraña, así sea un familiar, la magia se rompe. Felizmente ya tengo mi taller y ya no molesto a nadie. –Veo tu primer cuadro y otras obras tuyas más y creo encontrar una obsesión por los círculos.... –Ah, sí. ¿Será que mi vida es un rollo siempre? Y, como ves, también hay muchos colores. Me encanta lo colorinche, y la mezcla. –Si te va bien en este arte, ¿por qué no has querido estudiarlo? –Sinceramente, no he tenido tiempo. Está pendiente. Lo que sí tomaré es clases de torno. Tal vez estudie pintura el próximo año. –Ahora tanto mamá como papá deben estar satisfechos... –Ellos siempre me alientan cuando hago lo que me nace, pero también son críticos. Lo bueno es que reconocen que hay talento. –¿Y en qué momento decidiste pasar de la afición al negocio? –En vísperas de una Navidad hace diez años empecé a hacer chanchos de cerámica, de esos que todos los niños teníamos, porque no los encontraba en ningún lado. Como los pintaba de colorinches, fueron un boom. –Se pusieron de moda. –Sí. Todo el mundo empezó a pedirlos. Después pasé a hacer otros animales y otras cosas. –Ahora tu venta es buena... –Sí. Vendo en el taller, acá (galería Índigo), en Dédalo y en una tienda en Larcomar. Otros me llaman por teléfono. –Y dejó de ser un desfogue... –Sí. Lo que nunca imaginé, se convirtió en un pequeño negocio. –¿Tanto que podría desnaturalizar tu motivación inicial? –No. Felizmente hago todo sola y, como no me doy abasto, si no puedo hacer algo, lo digo. Quiero hacerlo a mi ritmo y estilo. –Porque seguro empezarían a pedir que hagas esto así o asá... –Ha pasado. Pero me niego porque ningún dibujito es igual al otro. Si no, pegas calcomanías. Yo no puedo hacer todo igual. –¿Y has adquirido un método de trabajo? –Hoy trabajo mañana, tarde y noche, pero cuando actúo, solo en mi tiempo libre. Porque lo mío es la actuación. Nada me saca de ella.