En sus alucinaciones debido a la fiebre, Astuquillca creía escuchar la voz de su compañero el suboficial César Vilca: "Ya te tocó la hora", imaginaba que le hablaba. El efectivo policial sintió que la muerte parecía estar cerca.Sábado 21 de abril., La desesperación comienza a hacer presa del suboficial Luis Astuquillca porque la herida de bala en la pierna comienza a infectarse. La fiebre, el hambre, la sed y el sueño lo derrumban. Ni una sola señal de un ser humano en la extensa selva cusqueña. Recurre a los rezos a la Virgen de las Nieves y al poco tiempo encuentra plátanos verdes, que devora como único menú. Otra jornada de tristeza y miedo en una zona desconocida. Creí que instalarme en una choza me haría bien, que descansaría tranquilamente y que recuperaría fuerzas para caminar monte arriba. Ocurrió lo contrario. No tenía energías para levantarme. El dolor de la pierna derecha herida era insoportable y el cuerpo me temblaba. Sentí mucho frío en un lugar donde el calor era insoportable. ¿Será así que viene la muerte? Traté de abrigarme con todo los trapos que había en el lugar. Hasta con bolsas plásticas me cubrí los pies. El frío no me pasaba. Me agarró una tembladera que parecía un ataque de epilepsia. Sin duda, la herida estaba infectada y sufría los estragos de la fiebre alta. A esto hay que sumar que estaba sin alimentos y sin agua. "Camachín, hasta aquí no nomás te quedas", escuchaba la voz de mi compañero César Vilca Vega . Ya estaba alucinando por la fiebre. Acerqué mi nariz a la herida y sentí cierto mal olor. "Te estás pudriendo, Camachín ", volví a oír a César Vilca. La fiebre estaba haciendo efecto. "Te tocó la hora", escuché otra vez a Vilca. Eran mis alucinaciones. Necesitaba agua a gritos. ¡Tenía el río a la mano! Pero para llegar hasta la orilla debía caminar entre cuatro y cinco horas, siempre y cuando la lluvia no se interpusiera y dificultara mi desplazamiento. Como si viera la imagen de la “Virgen de la Nieves” en un rincón de la choza, le imploraba desde mi lecho para que me diera fuerza para salir de ese trance. “No me dejes morir, guíame hacia la luz", le decía. Ese día estuve toda la mañana en la choza. Temblando me quedé dormido, rezando, implorando a la Virgen de las Nieves. LLANTO Y MIEDO Desperté unas horas después, en la tarde, como a las tres o cuatro. El sol estaba esplendoroso. Me sentía un poco aliviado. Entonces decidí caminar un poco. A pocos metros de la choza encontré un platanal. "¡Gracias, Virgen de las Nieves!", exclamé. Los plátanos estaban verdes, pero igual me los comí. Estaba con un hambre voraz. Un poco más y me comía todo el árbol. Entre comer plátanos verdes y tragar solo saliva hay una gran diferencia. Regresé a la choza y comencé a devorar la fruta . Plátano por plátano. Despacio. Y mientras lo hacía, pensé en mi familia. Entonces se me ocurrió algo fúnebre. ¿Me habrán dado por muerto? ¿Estarán velando mi ropa con velas como se hace en la sierra? ¿Se habrán cansado de buscarme? ¿Creerán que los terroristas me secuestraron y me aniquilaron? ¿Me habrán dado ascenso póstumo? Lo decía porque ningún helicóptero pasaba por la zona. ¿Qué otra cosa podía imaginarme? Yo no veía ningún movimiento que me indicara que me estaban rastreando. Nada. "Ni un maldito helicóptero", murmuraba una y otra vez. Lloré. Lloré otra vez. Lloré varias veces. Lloré tanto que perdí la cuenta. Lloré de tristeza. Lloraba cada vez que terminaba el día y no pasaba ni un solo helicóptero. Se me ocurrían explicaciones absurdas. "Quizás ha pasado algún helicóptero y yo no lo he escuchado porque me he quedado sordo", me decía. Era una forma de atenuar las circunstancias. Me respondía: No creo, mi papá y mi mamá deben estar haciendo las gestiones para que las autoridades no dejen de buscarme. Pero también pensaba que probablemente se cansaron, que no daban con mi ubicación, y se dieron por rendidos. Eso me dio miedo. Mucho miedo. QUÉ PASABA EN EL PAÍS Ollanta anuncia que rescatarán a los niños secuestrados por Sendero Luminoso El presidente Ollanta Humala anunció que su gobierno rescatará a los niños secuestrados por Sendero Luminoso y que son adoctrinados e incorporados a columnas terroristas al mando de los hermanos Quispe Palomino. "Estamos tomando medidas concretas para rescatar a los niños que están siendo explotados por la insania terrorista con la complacencia de sus padres", advirtió. El suboficial Luis Guerrero Chumacero , uno de los sobrevivientes del helicóptero en el que falleció la capitana Nancy Flores, reveló que la nave fue atacada cuando estaba a punto de aterrizar, en Alto Lagunas. "Mal herido yo repelí el ataque y no estuvimos solos había otro helicóptero que "roqueteaba" la zona, si no habríamos muertos todos. MAÑANA: El último recurso: comer sal.